viernes 29 marzo 2024

Recomendamos: El (otro) presidente que minimizó la crisis, por Carlos Loret

por etcétera

El presidente tuvo meses para preparar al país para la pandemia, pero no lo hizo. Optó por minimizar su dimensión. Recortó los presupuestos en salud e investigación, y por eso el sistema hospitalario estaba herido antes de que llegara el coronavirus. No compró cubrebocas, guantes, goggles, camas ni ventiladores. En contra de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, optó por no hacer pruebas exhaustivas de COVID-19.

Su gobierno usó a los organismos reguladores para prohibir las pruebas que no tuvieran su visto bueno, que derivó en un subregistro de casos. Ridiculizó los llamados a quedarse en casa y, ya con el coronavirus en el país, invitó a la gente a que siguiera saliendo y llevando su vida normal. Él mismo no interrumpió sus actividades habituales. Cuando no le quedó otra más que recomendar el cierre generalizado, presionó a las autoridades médicas para que los comercios volvieran a abrir pasando Pascua. Pero no pudo: la realidad científica se le estrelló.

A lo largo de todo este atropellado proceso, animó a sus periodistas afines a atacar venenosamente a quienes le advertían la irresponsabilidad de no tomar en serio la amenaza. Se ufanó en ser la voz del pueblo, en sus conferencias diarias exhibió su mal manejo del desafío y, ahora que las cifras de muertos e infectados crecen día a día, opta por culpar a la prensa y la oposición de la crisis que ocasionaron su desdén e incompetencia.

Dolorosamente, se puede estar hablando de dos presidentes: Donald Trump, de Estados Unidos, y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de México. No es la primera vez que sus modos y métodos se hermanan, pero sí es quizá la que tenga las consecuencias más desastrosas para sus países.

De hecho, el presidente estadounidense suele repetir cuánto aprecia al mandatario mexicano. Y el mexicano, conocido en el país por criticar ferozmente a todo mundo, es incapaz de tocar con el pétalo de un señalamiento a Trump. Aunque sus antecedentes son muy distintos, su manera de llegar al poder y de ejercerlo es francamente similar. El coronavirus lo está dejando más en claro.

El primer caso de coronavirus en México se confirmó cinco semanas después del primero en Estados Unidos: el destino le dio a México un mes más de gracia que a nuestro vecino.

Sin embargo, los errores y la desatención nos ponen en la misma ruta de desastre, acentuado porque México es el vecino pobre y enfermo, y por ello más vulnerable ante el virus: en proporción a la población, México tiene siete veces menos ingreso, más obesidad y sobrepeso, la misma hipertensión, 14% menos camas en los hospitales y mientras el puro estado de Nueva York necesita 30,000 ventiladores, el gobierno mexicano presume que ya compró 5,000.

Con datos a la primera semana de abril, en número de pruebas de COVID-19 por habitante México está muy debajo de Estados Unidos y más bien cerca de Bangladesh, Bolivia y Nepal. Trump y el equipo de AMLO han señalado que el calor puede ser un factor que ayude a la mitigación del impacto, cuando esta teoría aún no se ha probado.

Más información en: The Washington Post

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