Un año antes de su muerte, Manuel Camacho Solís me concedió una entrevista. Fue una entrevista larga, que comenzó con el relato de su ingreso en la política, y terminó con lo que él creía que iba a ocurrir con la izquierda en las elecciones de ayer.
La conversación tocó 1994, el año del levantamiento zapatista y el año en que fue asesinado Luis Donaldo Colosio. Le pregunté a Camacho cómo había sido su relación con el presidente Salinas luego del asesinato del candidato priísta.
“-Las cosas estuvieron difíciles para él y para mí. Yo más o menos traté de llevar la situación en paz. Pero después siguieron ocurriendo cosas y llegó un momento en que yo dije: ‘Ya estuvo suave-.
-¿Qué cosas?
-Se metieron a mi casa, me robaron papeles personales (sus memorias), y entre Zedillo y Salinas se echaban la pelota.
-¿Y usted qué piensa?
-Yo creo que fueron los dos. No sé quién los tuvo primero, pero uno los mandó al periódico y el otro lo hizo con consentimiento y ninguno de los dos hizo nada para evitarlo”.
Camacho fue linchado durante varios meses. Le echaban encima parte de la responsabilidad por el asesinato de Colosio. “De milagro estoy vivo y de milagro estoy actuando en la política”, agregó 20 años después.
Él creía en aquellos días que no podría volver jamás a la vida pública. De acuerdo con su versión, durante el sexenio siguiente Ernesto Zedillo le echó al gobierno encima: “No podía ni conseguir trabajo. Alguien me invitaba a dar una conferencia en Tampico, que me iba a pagar 50 mil pesos, y hablaban para decir que eso era algo que iba a ser muy mal visto por el Presidente. Me cerraron todo lo que me pudieron cerrar: cambiaron la Constitución para que yo no pudiera ser candidato aquí en el DF…”.