miércoles 17 abril 2024

Recomendamos: La puerta cerrada, por María Amparo Casar

por etcétera

Contra todo pronóstico, este Segundo Informe no fue lo triunfalista que se esperaba, a juzgar por las expectativas levantadas en las conferencias matutinas y en los promocionales previos al mismo. No es que haya habido humildad: “En el peor momento contamos con el mejor gobierno”; “(…) en lo fundamental nos queda realmente poco por definir, de los 100 compromisos que hice en el Zócalo el 1º de diciembre del 2018 hemos cumplido 95 y sólo están pendientes 5 compromisos o en proceso de que se cumplan”; “(…) sólo quedará la tarea de terminar la obra de transformación y seguir gobernando con rectitud y amor al pueblo”; “pronostiqué que la crisis económica (… ) sería transitoria, dije que sería como una V (…) ya pasó lo peor y ahora vamos para arriba”.

La mayoría de los datos ofrecidos no pasan la prueba del mínimo sustento o rigor, pero no dio demasiadas cifras. Las pocas que ofreció, por ejemplo, que la lucha contra la corrupción y las medidas de austeridad arrojaron ingresos o ahorros para el gobierno por 560 mil millones de pesos son simplemente inverificables. Ante peticiones de información sobre estos ahorros a la Secretaría de la Función Pública la respuesta fue que la dependencia no genera esa información y que habría que dirigirse a la de Hacienda. A su vez, Hacienda nos responde que no cuenta con esos datos. Así, nos quedamos con un acto de fe o uno de incredulidad. La tan cacareada transparencia no es sello de la casa.

Lo mismo ocurre con los programas sociales. El Presidente dice que en 7 de cada 10 hogares se recibe algún programa. A saber. Los padrones siguen ocultos y no hay forma de dar seguimiento. Por lo pronto, tenemos algunos indicadores. La encuesta de Reforma reporta que 19% de los beneficiarios de algún programa social no han recibido puntualmente el apoyo este año. Para hacer un verdadero verificador tendremos que esperar a la entrega del Informe y revisar las cuentas que ofrezca.

En los días que vienen seguiremos abrumando a nuestros lectores, y al público que esté dispuesto a escuchar, con datos que pintan una realidad distinta a la que presenta el Presidente en condiciones mucho más ventajosas que aquellas con las que contamos los analistas. Palacio Nacional —en el Informe o en las mañaneras— y sus amplificadores son una plataforma con la que se compite en condiciones sumamente desventajosas. Lo único que queda es que la realidad lo alcance.

El Informe fue realmente insustancial. Quizá no había más que agregar a lo que a diario se repite en las mañaneras: una combinación de verdades y mentiras en la que predomina la indiscutible necesidad de adoctrinar, polarizar y hacer caso omiso de la realidad.

La conclusión de lo que escuchamos el día de ayer en Palacio Nacional es que, a estas alturas, ya resulta inútil pensar que López Obrador tiene la capacidad de recapacitar. Es de esos líderes que piensa que reconocer, ya no digamos la mínima debilidad, sino, al menos, que alguno de sus proyectos no dará o no dio los resultados deseados constituye una debilidad insoportable. La pandemia le dio la oportunidad de virar el rumbo sin mayor costo para él. No quiso tomarla.

Su plan de rescate de la crisis económica es “único”, se salvó a los pobres y no a las élites, sus cuatro obras de infraestructura icónicas quedarán incólumes, su estrategia contra la delincuencia es distinta y exitosa, la pandemia dejará un mejor sistema de salud, la inasistencia del presidente de la Corte y del fiscal es muestra de su autonomía: “Tienen la arrogancia de sentirse libres” (sic). Los presidentes de los órganos autónomos no pudieron ejercer esa “arrogancia” no porque no fueran autónomos sino simplemente porque no fueron invitados.

A casi dos años de gobierno, el Informe deja en claro que no hay diálogo posible. No puede haberlo cuando la crítica es tildada, de inicio, como conservadora, neoliberal y contraria al cambio. El ejercicio académico, periodístico, analítico y propositivo se torna cada vez más frustrante. Si se tomara la molestia, podría comprobar que la mayoría de nosotros simplemente hacemos nuestro trabajo como lo hicimos en administraciones anteriores y que no, no es el Presidente más atacado desde Madero. Se daría cuenta de que los críticos de antaño mucho hicieron por su triunfo electoral del 2018 al denunciar la corrupción, el mal manejo de la inseguridad, las oportunidades perdidas en términos de crecimiento, la inaceptable desigualdad y un largo etcétera.

Si hubiese diálogo se podría aspirar a tener incidencia, a un mejor gobierno. Esa puerta ha decidido cerrarla el señor Presidente.

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