viernes 29 marzo 2024

Recomendamos: La democracia liberal, en riesgo, por Gil Gamés

por etcétera

Gil cerraba la semana con un asombroso poderío conceptual en la canasta de su cerebro. Así, como lo oyen. De qué se burlan o qué. Con ustedes no se puede, de veras. Así caminaba Gamés con firmeza sobre la duela de cedro blanco rumbo a la bien llamada Mesa de Novedades. Un libro coronaba la torre: El pueblo contra la democracia. Por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla (Paidós, Estado y Sociedad, 2019). Yascha Mouynk se graduó en el Trinity College y se doctoró en Ciencia Políticas en la Universidad de Harvard, de la que actualmente es profesor en la materia. No sobra decir de pasada que Gil sí cree en los expertos. Gilga empezó a leer, a subrayar y no soportó la tentación de arrojar a esta página del fondo algunos párrafos.

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Hasta fecha reciente, la democracia liberal reinaba triunfal. Pese a las limitaciones de esta forma de gobierno, la mayoría de los ciudadanos parecían estar comprometidos con ella. La economía crecía. Los partidos radicales eran insignificantes. Los politólogos pensaban que la democracia estaba asentada poco menos que como un lecho de roca en lugares como Francia o Estados Unidos, y que poco cambiaría ahí en los años venideros. Desde el punto de vista político, parecía que el futuro no iba a diferir gran cosa del pasado. Entonces llegó el futuro y, contra todo pronóstico, resultó ser muy distinto.

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Los ciudadanos llevaban mucho tiempo desilusionados con la política; ahora se sienten además de impacientes, enfadados, desdeñosos incluso. Los sistemas de partidos parecían estancados desde hacía tiempo; ahora los populismos autoritarios están en auge en todo el mundo, de América a Europa, y de Asia a Australia. La elección de Trump para la Casa Blanca ha sido la manifestación más llamativa de la crisis de la democracia.

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Puede ser que más países sigan pronto camino parecido. En Austria un candidato de ultraderecha casi ganó la presidencia. En Francia, el rápido cambio del paisaje político está abriendo nuevas oportunidades tanto para la extrema izquierda como para la extrema derecha. En España y en Grecia, los sistemas de partidos se desintegran vertiginosamente. Incluso democracias tan estables y tolerantes como las de Suecia, Alemania y los Países Bajos, los extremistas cosechan éxitos sin precedentes.

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Ya no cabe duda de que soplan vientos de populismo. La pregunta ahora es si este momento se convertirá en una era populista que ponga en entredicho la supervivencia misma de la democracia liberal.

Más información: http://bit.ly/2VOjOLm

 

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