jueves 28 marzo 2024

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por etcétera

A simple vista, y aunque la terca realidad se empeñe en decirnos lo contrario, puede parecer que la aparición de periodistas como Jorge Ramos en las conferencias diarias que ofrece el presidente Andrés Manuel López Obrador desde Palacio Nacional, son una oportunidad de reencontrarnos con un ejercicio democrático de transparencia y de rendición de cuentas, pero no. Ni siquiera el aguerrido y crítico periodista es capaz de generarle al ejercicio mañanero presidencial, una sustancia que no tiene desde origen y que los medios y la sociedad mexicana bien harían en ir aceptando.

La primera vez que el presentador de noticias de la televisión norteamericana en español, hizo acto de presencia en “La Mañanera”, el 12 de abril del año pasado, el diálogo que muchos esperábamos terminó en un encontronazo verbal del que Ramos resultó blanco de ataques por parte de fanáticos del lopezobradorismo que no dudaron en lincharlo en las redes sociales por la “impertinencia” de abordar asuntos como seguridad y migración de una manera distinta a la complacencia con la que actúan los comunicadores acreditados por la oficina de Comunicación Social de la presidencia.

Ramos le dijo al presidente aquella ocasión, que durante los tres primeros meses del año pasado ya iban 8,524 mexicanos asesinados y que si la tendencia continuaba, 2019 iba a ser, como sucedió, el año más sangriento en la historia moderna del país. También le dijo que veía demasiados militares en una Guardia Civil como la que se estaba creando entonces y que sus ataques al periódico  Reforma (que recién había filtrado una carta enviada al gobierno español en la que AMLO exigía disculpas públicas a México por parte de la corona y el gobierno de ese país a raíz de la Conquista) no ayuda a un país como el nuestro, que ya desde hace varios años es considerado uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo.

En su respuesta en aquel mes de abril, López Obrador exhibió que es un político que aprendió bien las lecciones de marketing político de alguno de los consultores que le ayudaron en sus tres campañas presidenciales: mantener una misma línea discursiva y no salirse de ella, apelar a la consistencia en el mensaje. Por eso, lo que dijo López Obrador entonces no es distinto a lo que le respondió hoy a Ramos, quien llegó a la mañanera para decirle que efectivamente 2019, con más de 34 mil homicidios, es el año más sangriento en México desde la Revolución de 1910.

Básicamente, lo expresado por el presidente en abril y este miércoles de enero ante esta incursión de periodismo crítico en su feudo político personal que son las “mañaneras”, es lo que ha dicho desde siempre: que “nos dejaron un país con mucha violencia porque habia mucha impunidad”, que los neoliberales “se dedicaron a robar y a saquear”, que no generaron empleos (aunque los resultados del primer año de este sexenio en la materia están por debajo de lo logrado en el mismo primer año de gobiernos anteriores) y que ahora se usa otra estrategia, que no sólo no busca castigar la violencia con más violencia, sino que además, se centra en el ataque de las condiciones que originan el problema, por ejemplo, otorgando becas a los jóvenes.

Más información: http://bit.ly/2RuMBAZ

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