viernes 19 abril 2024

Recomendamos: Javier Lozano y el error de la Coparmex, por Pedro Esteban Roganto

por etcétera

Quienes somos observadores del acontecer nacional e internacional y hemos conocido de cerca la degradación social, política y económica de una gran nación como lo era Venezuela, no podemos sino decepcionarnos de los errores que comete la oposición frente a tiranos dispuestos a no respetar las leyes, a avasallar las instituciones y a concentrar poder y recursos públicos para afianzar proyectos personales condenados al fracaso.

La oposición venezolana tardó al menos 20 años en darse cuenta de la realidad. Aislados del mundo, perseguidos y hostigados permanentemente, confrontados entre sí y divididos perversamente desde el gobierno de Hugo Chávez, quisieron seguir compitiendo en elecciones que cada vez fueron menos democráticas, porque como es normal en regímenes autoritarios, el peso del voto ciudadano terminó siendo aplastado por las políticas corporativistas del chavismo.

Los programas asistencialistas llamados “Misiones Bolivarianas”, se volvieron la única forma posible de la gran mayoría de los venezolanos para acceder a prestaciones básicas como salud, educación, empleo o vivienda. Si querían beneficiarse de los cuantiosos recursos de que disponía el gobierno central (que cada vez se fueron encogiendo hasta casi desaparecer en la actualidad) tenían que enlistarse en los censos levantados por simpatizantes del partido oficial, el símil de lo que en México la Secretaría del Bienestar llama “Los Siervos de la Nación”.

Durante dos décadas el modelo operó y pudo ser heredado de Chávez a Nicolás Maduro, quien ahora lo detenta en condiciones precarias porque lo que una vez fue considerada “la tercera vía” como modelo de desarrollo económico y social en América Latina, es un proyecto divorciado de la realidad global y de los principios básicos de la democracia liberal, que además, necesita grandes cantidades de recursos que ahora mismo Venezuela ya no tiene.

Los opositores venezolanos cometieron muchos errores que podrían ahorrarse los dirigentes de la oposición mexicana, empezando por creer que vivían en normalidad democrática. Frente a sus ojos, Chávez no sólo se apropió del presupuesto, de la riqueza petrolera venezolana, del Poder Legislativo y del Poder Judicial, sino que también se adueñó del órgano electoral que ha sido la puerta negra cerrada con tres candados tras la que se ha ocultado el autoritarismo del gobierno.

Dos profesores de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, en su obra “Cómo mueren las democracias”, escriben que las primeras acciones de personajes autoritarios y mesiánicos al llegar al poder por la vía democrática, es empezar a socavar las instituciones para instaurar un modelo a modo que les permita adueñarse de las instituciones del sistema político para, en su nombre, instalar un régimen antidemocrático.

El libro acaba de ser recomendado por el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, uno de los personajes más visibles de la oposición al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y al que no pocos ubican como aspirante presidencial en 2024. Pero si lee lo que recomienda, el empresario tiene que aceptar que fue un error tratar de incorporar al ex senador Javier Lozano como vocero del gremio empresarial que representa.

La decisión de darle a un personaje como Lozano la representatividad que concede una vocería empresarial como la que se le proyectó entregar, fue equivocada porque parte de un error de diagnóstico. Otra vez, citando el libro: los personajes como Chávez y como López Obrador son grandes manipuladores, expertos en construir cuadriláteros mediáticos desde donde ponen agenda, descalifican adversarios y crean conflictos a conveniencia, incluso donde no los hay.

Lozano era la respuesta de la Coparmex para jugar a perder. ¿Por qué? Porque es el personaje idóneo, como quedó demostrado, para que el gobierno, sus medios y sus redes sociales, destrozaran al jugador y pusieran contra la pared al equipo. Perdió de vista Gustavo de Hoyos que el libro que recomendó hace unos días lo advierte: AMLO controla al árbitro, cambió las medidas de la cancha y las reglas del juego, tiene contenta a la fanaticada y quienes narran el partido en medios y en redes son sus fans. Ese juego con Lozano de defensa y delantero, estaba perdido y por goliza.

Más información en: enteratemexico.com

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