miércoles 24 abril 2024

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por etcétera

“Votar” implicaba una travesía acaso comparable con el México donde reinaban el ratón loco, las operaciones tamal y carrusel, el fraude electoral

El pasado domingo 7 de junio el Instituto Nacional Electoral auspició un fraude electoral de magnitudes sin precedente.

Estas son sólo algunas irregularidades que personalmente detecté: casillas que no fueron instaladas donde el INE anunció, fallas en la página web del instituto que impedían localizar los centros de votación, falta de infraestructura y equipamiento en ellos, escasez de funcionarios de casilla, violación del secreto del voto y confusión en la boleta electoral.

Me refiero a la Consulta Infantil y Juvenil, organizada por el Instituto Nacional Electoral el mismo día de las elecciones federales, para contagiar el espíritu cívico a los menores de edad.

Soy papá de tres hijos. Me empeñé en que participaran en la Consulta. Escojo cuidadosamente el verbo: me empeñé. Porque para los niños (y sus papás, que nos encargamos de llevarlos), “votar” implicaba una travesía acaso comparable con el México donde reinaban el ratón loco, las operaciones tamal y carrusel, el fraude electoral.

Mis hijos no vivieron nada parecido a lo que yo hice minutos antes.

Yo consulté en una moderna aplicación descargable en mi teléfono, la dirección de mi casilla; no había fila, los funcionarios y representantes de todos los partidos fueron amables y profesionales: en un par de minutos me dieron las boletas, entré a la mampara, las taché y doblé, las deposité en las urnas transparentes colocadas en un sitio especial aislado del ajetreo, me devolvieron mi credencial perforada, me pintaron el dedo y nos agradecimos. Fue una delicia.

http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2015/06/113316.php

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