miércoles 17 abril 2024

Recomendamos: AMLO y Morena quieren regresar a elecciones de Estado, por Martín Moreno

por etcétera

En el primer círculo de López Obrador, han escuchado las quejas presidenciales contra Lorenzo Córdova. “Hay que sacarlo del INE…”, son las palabras de AMLO. La estrategia se basará en dos vías: remover a Córdova antes de las elecciones intermedias del 2021 a través de la mayoría legislativa de Morena, y con ataques sistemáticos y sistémicos desde las redes sociales contra la actual autoridad electoral.

¿Para qué quieren fuera del INE a Córdova antes del 2023, año en el cual debe terminar su gestión?

Porque AMLO – innegable animal político -, y su equipo, saben a la perfección que esa mal llamada Cuarta Transformación ha sido un desastre en el ejercicio de Gobierno (cero crecimiento económico, violencia fuera de control, crisis en el sector salud, etc.), y esperan un durísimo voto de castigo en 2021 que los llevaría a perder la mayoría en el Congreso, y piensan contrarrestarlo apoderándose del Instituto Nacional Electoral. Sí: ganar en la mesa lo que no ganen en las urnas.

¿Qué pretenden al apoderarse del INE?

Un retroceso político brutal y dañino para nuestra democracia: nada menos que regresar a los tiempos del PRI, del partido único, del partidazo que controlaba las elecciones desde la secretaría de Gobernación, erigida en Comisión Federal Electoral. Equivaldría a volver a las épocas del fraude electoral que, hasta hoy, creíamos desterrado, para permitirle a AMLO y a Morena mantener su hegemonía legislativa en la segunda mitad del sexenio, y desterrar cualquier posibilidad de triunfo de la oposición. Sin equilibrios. Sin contrapesos.

¿Cómo controlarían al INE?

Mayoriteando en la Cámara de Diputados la elección de cuatro consejeros electorales que, por ley, deben renovarse este año, nombrando a incondicionales de López Obrador y Morena. Sumando al actual consejero José Roberto Ruiz Saldaña tendrían 5 votos garantizados, y sólo necesitarían un voto más para ser mayoría en el instituto. De manera paralela, buscarían adelantar la salida de Córdova. No lo quieren al frente del INE en la intermedia del 2021, cuando se elegirán 500 diputados federales y 15 gubernaturas. Huelen su derrota y quieren evitarla al precio que sea. No buscan imparcialidad, sino incondicionalidad.

López Obrador y Morena exploran volver a los viejos tiempos del PRI, cuando ese partido manejaba las elecciones a su antojo. Sí, como en 1988, paradójicamente con Manuel Bartlett (hoy consentido de AMLO) al frente del fraude electoral que despojó a Cuauhtémoc Cárdenas de un triunfo legítimo sobre Salinas de Gortari.

Morena y AMLO quieren controlar las elecciones. Volver a los años dorados del priato. Igual que en Venezuela.

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“Van por ti @lorenzocordovav…No vas a escapar”, amenazó desde su cuenta de Twitter uno de los fanáticos de AMLO desde los medios: Enrique Galván Ochoa, quien de columnista respetado durante el sexenio peñista, pasó, en poco tiempo, a convertirse en cuije presidencial. En su tuit, muestra a seguidores de AMLO “protestando” contra Córdova. Son los mismos que insultaron en el Zócalo a Sicilia y a los LeBarón. Protestantes pagados. Galván integra, recordemos, una comisión para elaborar esa vacilada llamada “Constitución Moral”, otro de los caprichos descabellados de AMLO, junto con la esposa de Epigmenio Ibarra – una mujer de nombre Verónica Velasco -, y algunos más.

La amenaza va en serio. La opinión de Galván es la opinión de López en este asunto. En reuniones privadas, AMLO les ha deslizado atacar a Córdova. Y Galván y el resto de la Corte obedecen de manera sumisa.

En la intención de apoderarse del INE, también reposa una mentira histórica: validar la falacia de López Obrador de que en 2006 le hicieron fraude electoral. En realidad, ni AMLO ni ninguno de sus colaboradores ni de las plumas y voces a su servicio, tienen pruebas sólidas de un fraude hace 14 años. Muy al contrario: sabían que AMLO iba debajo de Felipe Calderón en la madrugada del lunes 2 de julio. Empero, AMLO quiere “castigar” al INE para legitimar, así, sus reclamos de un fraude que sólo existe – hasta la fecha – en su cabeza. López Obrador miente. Jamás lo pudo comprobar. Ni lo comprobará. (A mayor detalle, les invito a revisar mi columna – con pruebas, más que opiniones -: “2006: nadie sabe quién ganó”. SinEmbargoMX. 27/XI/2019).

AMLO pretende superar su trauma personal, justificar su arbitraria toma de Paseo de la Reforma en 2006 y reforzar su discurso de que en aquel año le hicieron fraude electoral, a costa de dinamitar al INE, debilitar nuestra democracia, apoderarse del órgano electoral y controlar las elecciones desde Palacio Nacional.

Volver – bajo un solo concepto -, a la época de las elecciones de Estado del PRI.

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López Obrador y Morena pretenden asestar un golpe demoledor a la democracia mexicana que, a jalones y estirones, ha registrado avances palpables en el renglón electoral a través del INE. El propio AMLO fue beneficiario de ello en 2018.

Ante ello, Lorenzo Córdova se adelantó con una jugada que desquició al Presidente: impulsar la reelección hasta 2024 del secretario Ejecutivo del INE, Edmundo Jacobo Molina, enviando el mensaje a Palacio Nacional de que ha comenzado también la estrategia de defensa del instituto. Jacobo Molina será, desde ahora, un dique de contención clave para enfrentar las tentaciones autoritarias de AMLO y su equipo.

El Presidente de la República quiere controlar las elecciones en México para evitar derrotas en las urnas, paliar el voto de castigo y despojar de triunfos legítimos a la oposición.

A final de cuentas, López Obrador fue creado, forjado y diseñado a la manera del PRI de los setentas. AMLO es muy parecido al estilo personal de gobernar (retomando el concepto de don Daniel Cosío Villegas) de Echeverría y de López Portillo. AMLO es, con sus características y particularidades, un priista más que llegó a gobernar a México.

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