jueves 28 marzo 2024

Recomendamos: “¿Que iba a reventar la sesión? Ni que fuera Noroña”, por Francisco Garfias

por etcétera

Muy temprano nos pusimos en contacto con la senadora Lilly Téllez, amenazada en redes sociales por fanáticos de AMLO. Lo hicimos apenas escuchamos el llamado del Presidente a no hacer daño a los que piensan diferente.

“Lo digo porque Lilly Téllez se queja de que está siendo acosada. Está mal. Podemos tener diferencias, pero sin agresiones”, dijo López Obrador en la mañanera.

Téllez no estaba viendo la conferencia en el momento que la contactamos. Pidió tiempo para revisar la declaración del Presidente. Una vez que lo hizo, nos mandó copia del tuit en el que agradecía el mensaje del “señor Presidente” y reiteraba que nunca tuvo la intención de faltarle al respeto.

Lo que sí destacó fue el hecho de que Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, no la había contactado aún. Ni ella ni ninguno de sus subordinados.

“¿Se la está cobrado?”, preguntó Lilly, en clara alusión al mal rato que le hizo pasar a Rosa Icela durante su comparecencia en el Senado.

El silencio cómplice de las autoridades frente a las amenazas de irse contra el hijo de Téllez lo comentamos con Kenia López, vicecoordinadora de la bancada del PAN en el Senado. Nos dijo: “El gobierno mexicano está obligado a garantizar la seguridad de todos los mexicanos, incluidos los legisladores de oposición. La violencia contra Lilly Téllez comenzó después de que el Presidente la señalara con nombre y apellido”.

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Lo de la senadora Téllez, ex de Morena, no fue una queja, como dice AMLO, sino una denuncia por amenazas que recibió en redes sociales. Un cobarde usuario, escondido tras las iniciales Hm, le envió el siguiente mensaje:

“Mira que treparte en AMLO para obtener una curul y luego descaradamente insultar al señor Presidente de la República, eso ni los animales. Tal vez a Leonardo (su hijo) se lo recordemos”.

La ira de Hm, como la de otros morenistas radicales, fue originada por un primer tuit de la senadora Téllez, que sirvió de pretexto a AMLO para cancelar su asistencia a la entrega de la Medalla Belisario Domínguez.

El Senado otorga hoy esa presea  a una compañera de lucha del tabasqueño: la maestra Ifigenia Martínez.

El tuit calificaba a López Obrador de “violador serial de la Constitución”. Llamaba a los senadores de oposición a “hacerle frente” cuando acudiera al Senado a atestiguar la ceremonia.

AMLO lo percibió como un aviso de que habría escándalo y canceló. Dijo que “una senadora del bloque conservador” convocaba a que le faltaran al respeto a la investidura presidencial.

Téllez nos aseguró que no buscaba el escándalo, sino enumerar ante el Presidente los artículos constitucionales que ha violado desde su llegada a Palacio Nacional.

“¿Que iba a reventar la sesión?  No sé ni cómo. No soy Noroña, Malu Mícher o Antares Vázquez. No ando brincando entre escaños”, sintetizó.

Las senadoras Vázquez y Mícher, representantes de lo más rancio de Morena, enfurecieron con el tuit de quien fuera excompañera de bancada, antes de irse al PAN. Obediencia a AMLO obliga.

“¿Qué no son mamás?”, preguntó Lilly.

Mícher, por cierto, quiso parodiar a Téllez en tribuna. No se le dio. Le falta gracia. Quedó tan mal, que sólo le alcanzó para hacer el ridículo.

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Dice el refrán que el buen juez por su casa empieza. El discurso de odio ha sido una constante en las mañaneras.

El Presidente es el primero que no respeta a los que lo critican o no votan su proyecto. Para él, todos son corruptos o saqueadores, nostálgicos del pasado.

Agarra parejo: empresarios, intelectuales orgánicos, periodistas, clase media, padres de niños con cáncer, científicos, opositores, habitantes de la colonia del Valle o de Guanajuato, inversionistas extranjeros , etcétera.

Ayer apuró a los legisladores de oposición a definirse frente a su controvertida Reforma eléctrica, que privilegia a la ineficiente CFE. Nada más le otorga el 54 por ciento del mercado eléctrico contra el 46 para los privados, que principalmente generan energías limpias.

Elimina, además, los órganos regulatorios  autónomos (CRE, Cenace, CNH) que, según él, están al servicio de grupos de  intereses creados.

Para ello utilizó una maniquea disyuntiva disfrazada de pregunta:  ¿Están a favor del pueblo, del consumidor, del usuario, o están a favor de las empresas?

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