El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) ha registrado durante 2020 al menos 21 periodistas asesinados en represalia por su labor, más del doble que los casos de 2019. De ellos, al menos cuatro fueron en México, que encabeza el listado por país.
Según los reportes de la organización mundial de periodistas, en este año ha habido 21 periodistas asesinados, que es poco más que el doble de los 10 sucedidos en 2019. Sin embargo, advierte que aún indaga otros 15 casos de reporteros para determinar si fallecieron en el ejercicio de su trabajo.
En 2020 destacan México, Afganistán y Filipinas, cada uno con cuatro periodistas (19 por ciento) asesinados en el año. Del caso mexicano reporta los homicidios de María Elena Ferral Hernández, el 30 de marzo; Jorge Miguel Armenta Ávalos, 16 de mayo; Pablo Morrugares Paraguirre, el 2 de agosto, y Julio Valdivia, el 9 de septiembre.
El CPJ informa que uno más, Israel Vázquez Rangel, murió el 9 de noviembre por disparos mientras reporteaba desde el lugar donde se había cometido un delito. Además investiga otros cuatro casos para determinar si los homicidios de los trabajadores de la información fueron causados por su ejercicio profesional. Son los de Fidel Ávila Gómez, desaparecido en noviembre de 2019 y encontrado muerto el 7 de enero; Arturo Alba, el 29 de octubre; Jesús Alfonso Piñuelas, el 2 de noviembre, y Jaime Castaño Zacarías, el 9 de diciembre.
Sobre México, el CPJ destaca que ha sido, desde hace mucho tiempo, “el país más peligroso del hemisferio occidental para la prensa, que funciona en medio de una compleja red de bandas criminales, el narcotráfico y la arraigada corrupción oficial”.
En su base de datos de periodistas asesinados en México entre 1992 y 2020, el CPJ registra 57, mientras que a nivel mundial reporta mil 395.
La organización recuerda que desde el inicio de su gobierno el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió a tomar para detener la violencia contra los periodistas. Sin embargo, el CPJ advierte que “este ciclo se mantiene inalterable” y que prevalece la impunidad.
Sobre el presidente mexicano el CPJ también resalta que no ha interactuado con organizaciones defensoras de la libertad de prensa, ade más de que en sus conferencias de prensa “ha denigrado a los medios mexicanos, siguiendo el ejemplo del presidente estadounidense Donald Trump, una actitud que el gremio periodístico mexicano observa con preocupación por causa de los peligros que enfrenta”.
En su documento también se recuerda que dos de los periodistas mexicanos asesinados se encontraban dentro del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, víctimas de atentados en los que también resultaron muertos sus guardaespaldas, “lo cual subraya las debilidades del mecanismo”.
Además, mencionó que el Congreso de la Unión se encaminó a eliminar el fideicomiso federal por medio del cual se financia la protección a periodistas y trasladar los recursos a la Secretaría de Gobernación, “lo cual los hace vulnerables a los caprichos políticos y el tráfico de influencias”.
En sus hallazgos a nivel mundial, el CPJ encuentra la sospecha de que los principales autores de los asesinatos de periodistas son grupos criminales, y la política fue el tema más peligroso de abordar.
Además, sólo dos mujeres periodistas fueron víctimas de homicidio, una de ellas la mexicana María Elena Ferral Hernández.
El CPJ explica que sólo considera casos en los que “su personal tiene certeza razonable de que un periodista fue muerto en represalia directa por su labor periodística; de que fue muerto en un incidente de fuego cruzado relacionado con el combate, o de que fue muerto cuando realizaba una cobertura peligrosa, como por ejemplo una protesta que se vuelve violenta”.
