jueves 18 abril 2024

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por etcétera

Una decena de exgobernadores del PAN se reunieron ayer, en un hotel de Polanco, con el empresario Claudio X. González, de Sí por México, y Gustavo de Hoyos, exdirigente nacional de Coparmex. Andan inquietos. Los mueve el rechazo a la 4ª Transformación. Están convencidos de que si no se une la ciudadanía en torno a un gran Movimiento de Reconstrucción Nacional, el futuro del país queda en entredicho.

Uno de los asistentes a ese cónclave fue el bajacaliforniano Ernesto Ruffo, primer gobernador de oposición (1989-1995) en la larguísima época del “priato”. Nos tomamos un café con él antes de la reunión. Entre sorbo y sorbo nos enteramos que entre los exgobernadores convocados a esa cita están Marco Adame, Carlos Medina Plascencia, Pancho Barrio, Alberto Cárdenas, Patricio Patrón Laviada y Guadalupe Osuna.

“Todos también preocupados por la vida interna del PAN. Lo hemos platicado. Tenemos que volver a la esencia”, subrayó el bajacaliforniano. Está convencido de que el gobierno de López Obrador reconstruye el viejo modelo priista de sumisión absoluta al Presidente.

“Entre más viejo me hago, mejor entiendo al PRI. Ese modelo de respeto absoluto al Presidente era la base de la gobernabilidad, pero a México ya no le alcanza”, indicó.

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Ruffo es un panista sui generis. No reconoce a Marko Cortés como jefe nacional del partido. Cuenta que, cuando fue fiscal antimoches del CEN del PAN, tuvo serias diferencias con el michoacano. Explica que cuando el actual jefe nacional fue coordinador de la bancada azul en San Lázaro, en la 64 Legislatura, toleró los moches a cambio de aprobar leyes o cuentas.

¿Cuáles? Preguntamos. “La cuenta pública, por ejemplo…hace años se comenzaron a hacer las componendas”, aseguró.

Ya encarrerado, nos dijo que quien lo puso como fiscal antimoches fue el hoy autoexiliado Ricardo Anaya (lo persigue la Fiscalía por dichos de Lozoya) cuando fue presidente del PAN. Nos contó que antes de aceptar el cargo le dejó claro que no quería tratos “con tal o cual persona”. No dijo nombres. ¿Por qué? Le preguntó Anaya. “Son rateros”, respondió

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