El penal de Piedra Negras, Coahuila, se convirtió durante varios años en una fortaleza dominada por el cártel de Los Zetas, que controlaba el ingreso de personas y todo lo que sucedía en su interior, con la complicidad de autoridades estatales y federales.
De acuerdo con el informe “El Yugo Zeta”, elaborado por el académico del Colegio de México, Sergio Aguayo y el analista de la Universidad Iberoamericana, Jacobo Dayán, la penitenciaría funcionaba como centro de operaciones de dicha organización delictiva, donde planeaban cada una de sus acciones, e incluso hacían fiestas.
Para su reporte, los investigadores consultaron expedientes judiciales que contienen las declaraciones ministeriales de 11 integrantes del grupo delincuencial, 49 internos, 21 custodios y 18 empleados del penal, que dieron detalles de las actividades de Los Zetas en esa cárcel.
De estos documentos se desprende que entre 2010 y 2011, durante la administración de Humberto Moreira, la cárcel de Piedras Negras ingresaban vehículos que eran modificados para transportar droga, personas secuestradas y cadáveres que eran quemados en sus instalaciones.
El líder de Los Zetas tenía 92 hombres bajo su mando, le gustaba hacer fiestas con karaoke. Elegía a esposas o hermanas de los internos para tener relaciones sexuales y, en una ocasión, le disparó a uno de los guardias sólo “por diversión”.
En la investigación se explica que el 11 de marzo de 2011, un funcionario de la DEA proporcionó a la Policía Federal de México, sin ningún protocolo de seguridad, los números de identificación rastreables de los teléfonos celulares de Miguel Ángel Treviño y su hermano Omar, o los Zetas 40 y 42.
A partir de esa filtración, tuvo lugar un enfrentamiento entre Zetas, policías municipales e internos de Piedras Negras, que dejó un saldo de 300 personas muertas. Mientras estos hechos ocurrían, el C40 de Coahuila registró más de 100 reportes de incendios, en los que, según algunos testimonios, se asesinó y quemó a varias personas.
(Con información de Reforma)
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