jueves 28 marzo 2024

Recomendamos: Actos de fe, por David Páramo

por etcétera

Cuando las profesiones de fe se convierten en actos de gobierno se tiene la receta ideal para un fracaso monumental que tiene alto potencial para generar una crisis económica en contra de los mexicanos. Andrés Manuel López Obrador y su equipo han decidido que, a pesar de las evidencias, el futuro del país pasa porque Pemex se transforme en la visión idealizada que tenía de la empresa estatal en la década de los 70.

Primer error. Sin hacer un alto en que los combustibles fósiles están de salida y la refinación es una especie en extinción (países como Arabia Saudita o Brasil están abandonando este negocio), petrolizar la economía es un grave error: genera una gran vulnerabilidad ante choques externos como los que ha vivido México en el pasado. La obsesión petrolera en la 4T va en contrasentido de la lógica y las recomendaciones de sentido común.

Segundo error. Inversionistas internacionales, organismos financieros internacionales, calificadoras de valores, Banxico y, en general, todos los expertos dentro del sectores energéticos y financieros consideran que la construcción de Dos Bocas es un gravísimo error. Funcionarios del propio gobierno han reconocido públicamente que la situación financiera de Pemex es el máximo riesgo para la estabilidad de las finanzas públicas y, en suma, condiciona las de los inversionistas e, incluso del propio gobierno federal. Ayer se generaron graves presiones en el mercado cambiario. El más reciente programa de austeridad del gobierno tiene como objetivo fundamental seguir sosteniendo a Pemex que no puede salir al mercado a refinanciar 5 mil millones de dólares puesto que no tiene la confianza de los inversionistas por errores básicos como no haber presentado su plan de negocios. El capricho de Dos Bocas llegó al extremo con el anuncio de que Dos Bocas será construida por Pemex y la Secretaría de Energía mediante un equipo coordinado por Rocío Nahle.

Tercer error. Las licitaciones públicas abiertas garantizan una competencia entre los mejores y más calificados, sin embargo, con un extraño concepto de la autoridad moral, el gobierno tomó la decisión de hacer una licitación privada, lo que disminuye el rango de selección sin asegurar que se evitaría la corrupción. El error es todavía más grave cuando, nuevamente, la realidad se impone sobre el deseo del gobierno. Las empresas que fueron invitadas a la licitación cerrada reiteraron el mensaje fuerte y claro: Dos Bocas es una utopía, un unicornio blanco. Dejaron claro que la obra no podrá concluirse este sexenio y que tendrá un costo superior a los 8 mil millones de dólares. El sentido común obliga a la pregunta ¿Quién sabe más de la construcción de refinerías entre las empresas invitadas por el propio gobierno, es decir, a las que ellos les tenían más confianza y el equipo de Nahle? Ya había antecedentes, puesto que el gobierno de Turquía trató de construir una refinería que luego de siete años y más de 10 mil millones de dólares no ha entrado en operación. Sólo fue inaugurada simbólicamente por el populista Tayyip Erdogan. El axioma que ha usado esta semana el Padre del Análisis Superior es: Cuando los actos de fe se convierten en decisiones de gobierno se camina hacia una tragedia. Parecería que la obsesión de la 4T es convertir en realidad el poema premonitorio que escribió en 1929 Ramón López Velarde: “El niño dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo”.

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