sábado 20 abril 2024

Recomendamos: La vida íntima de George Harrison, el ‘beatle’ ni tan callado ni tan apacible

por etcétera

George Harrison escribe: “No puedo soportarlo más. Decidí: hasta aquí hemos llegado. Esto ya no es divertido, estar en esta banda es deprimente, todo esto es una mierda, gracias, me marcho… John y Yoko tenían terribles berrinches y se pasaban el tiempo gritándose el uno al otro. Me fui de la banda, volví a mi casa… y escribí esta tonada”. El músico adjunta este texto sobre la canción Wah-Wah, incluida en su obra maestra, All Things Must Pass, el que para muchos es el mejor disco en solitario de un componente de The Beatles. “Wah-Wah es un dolor de cabeza”, explica en la misma nota. La canción dice: “Me has convertido en una gran estrella por estar allí en el momento justo. / Pero ya no necesito ningún wah-wah y sé lo dulce que puede ser la vida si logro apartarme”.

Eso padeció Harrison (Liverpool, 1943-Los Ángeles, 2001) en la última etapa de The Beatles, allá por 1969. Esta revelación y muchas más se pueden leer en el libro I Me Mine, lo más parecido a una autobiografía de la estrella del rock (muy a su pesar) publicado en 1980 en edición limitada (2.000 ejemplares firmados por el artista) y ahora traducido al español por la editorial Libros del Kultrum.

I Me Mine muestra las claves de la compleja personalidad de Harrison, que ni era callado ni siempre llevó una vida apacible. Lo suscribieron las dos mujeres con las que se casó. Pattie Boyd, con quien estuvo casado entre 1966 y 1977, dijo en su biografía, Wonderful Tonight: “Sí, meditaba durante horas, pero cuando llegaba la tentación de la carne, se drogaba y se iba de fiesta”. Desde 1978 y hasta su muerte, convivió con Olivia Harrison, que señaló en un reportaje de Rolling Stone: “Para George, blanco y negro, arriba y abajo, no eran cosas distintas. Podía ser el más silencioso del mundo, pero también el más ruidoso. Una vez calientes los motores no había poder humano que pudiese frenarlo”. Recordemos: Harrison amaba la velocidad, era un seguidor enloquecido de la Fórmula 1, viajaba por el mundo para estar al lado de los pilotos de la época: Niki Lauda, Graham Hill o Jackie Stewart.

Otros tópicos sobre la vida de Harrison sí se cumplen: que John Lennon y Paul McCartney taponaron su talento en The Beatles. Logró colar en los discos del cuarteto Something, Here Comes the Sun o While My Guitar Gently Weeps, porque Paul y John no tuvieron el valor de rechazar unas canciones que les hubiese gustado componer a ellos. Sí despreciaron, sin embargo, All Things Must Pass, que luego Harrison colocó como bandera de su disco en solitario. McCartney se rindió a la canción años más tarde, interpretándola en directo. En un concierto en Madrid la tocó después de decir, en castellano: “Esto es en memoria de mi amigo George”. Era 2004 y Harrison había fallecido tres años antes.

Aunque en los primeros años lo disfrutó plenamente, a partir de 1965 el guitarrista detestó ser un beatle. “Los Beatles estaban condenados. Tu propio espacio, amigo. Es algo muy importante. Por eso estábamos condenados, porque no lo teníamos. Es lo que pasa con los monos en el zoológico. Se mueren. Sabes, todos necesitan que los dejen en paz”, escribe. Esa vida atosigante de beatle queda escenificada en el libro cuando explica la inspiración para Here Comes The Sun. “Apple [la empresa que montó el cuarteto] se estaba transformando en algo parecido a una escuela a la que teníamos que acudir y actuar como hombres de negocios, visar facturas todo el día, firma esto y firma esto otro. Un día decidí hacer novillos. Me fui a casa de Eric Clapton y me puse a pasear por el jardín. Sentí un alivio maravilloso por no tener que estar con esos contables estúpidos. Di vueltas por el jardín con una de las guitarras acústicas de Eric y compuse Here Comes the Sun”.

En el libro se pueden ver los elementos nada sofisticados en los que escribe: hojas con el membrete de un hotel, el sobre de una carta, una cuartilla de un cuaderno barato u octavillas donde se lee “hare krishna”. En I Me Mine surge un tipo con un afilado humor inglés. “Prefiero ser un exbeatle a un exnazi”, aclaraba, y que cada uno saque sus propias lecturas.

Ver más en El País

También te puede interesar