jueves 28 marzo 2024

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por etcétera

Cuando pensamos en artistas que trabajan en tiempos de guerra, tendemos a imaginar a los que diseñaron la propaganda.

Pero ¿y si te digo que son los héroes olvidados y su participación fue crucial para acabar con el conflicto?

En el siglo XX, la época de la “guerra total”, todos tenían que aportar su parte: los hombres y las mujeres; los soldados profesionales y los civiles; personas de todos los ámbitos de la vida.

Pero aún no se ha contado del todo el papel que desempeñaron los artistas, los historiadores del arte, los arqueólogos y otros profesionales del sector en los conflictos del siglo.

Pero la historia de dos unidades militares de la Segunda Guerra Mundial y cómo se inspiraron en los artistas que trabajaron en la Primera Guerra Mundial nos da una idea de cómo se convirtieron en actores clave en la guerra del mundo moderno.

Por primera vez, reformularon la zona de combate como un escenario de estrategia creativa, convirtiendo la guerra literalmente en un “teatro” a gran escala.

En tiempos de paz, todos los artistas saben cómo crear ilusiones: dominan la representación de la perspectiva y saben cómo usar las luces y las sombras para engañar al ojo.

Crear ilusiones no es el objetivo de toda creación artística, pero es un tema recurrente en la historia del arte Occidental, desde los cuentos del antiguo pintor griego Zeuxis (que podía pintar uvas de manera tan convincente que los pájaros intentaban comérselas) hasta el op art de la década de los 60.

En tiempos de guerra, a los artistas se les presupone un papel menor al de un soldado o un aviador, por ejemplo.

Pero a partir de la Primera Guerra Mundial los ejércitos se dieron cuenta de cómo podían beneficiarse de los conocimientos de los artistas.

Sobre todo, en el campo de la ilusión óptica.

En la nueva era de la vigilancia aérea camuflar a las tropas era una prioridad, y los pintores y escultores tenían el talento para ello, gracias a sus conocimientos sobre el uso del claroscuro y la perspectiva.

Por primera vez, las habilidades artísticas se convirtieron en armas.

Uno de los artistas británicos del camuflaje más importantes de la Primera Guerra Mundial fue Solomon J. Solomon, miembro de la Royal Academy, quien había estudiado con el famoso pintor académico francés Alexandre Cabanel.

En la Gran Guerra, Salomón se unió a la división encargada de las tácticas militares efectivas de ocultación y fue destinado al frente occidental.

Su invención de redes de camuflaje como método para cubrir trincheras se volvió enormemente influyente.

Y trabajó en muchos otros proyectos de engaño, incluida la creación de un “árbol de observación”, la réplica de un tronco hueco que se colocaba en tierra de nadie y desde el cual un observador avanzado podía vigilar las trincheras enemigas.

El escultor y pintor Leon Underwood, quien había estudiado en el Royal College of Art antes de la guerra, ayudó en el diseño y montaje (una labor muy peligrosa) de estos árboles.

Otro artista que contribuyó al esfuerzo bélico en la Primera Guerra Mundial fue Norman Wilkinson.

Wilkinson había sido un artista marítimo bastante corriente antes de la guerra.

Había producido cuadros, así como carteles e ilustraciones para periódicos como The Illustrated London News.

Proteger a los barcos

Pero al prestar servicio en la Royal Navy, comenzó a trabajar en ideas más radicales para proteger a los barcos de torpedos hostiles.

Al darse cuenta de que los acorazados no se podían ocultar del todo en alta mar, desarrolló una técnica conocida como camuflaje disruptivo o dazzle, en inglés: consistía en complejos patrones de formas geométricas en colores contrastantes, que se interrumpían y se cruzaban entre sí.

Su objetivo era desconcertar al enemigo y que no pudiera identificar la velocidad real a la que iba el barco ni su posición concreta.

Sus experimentos se llevaron a cabo en cuatro estudios de la Royal Academy de Londres, donde trabajó con un equipo de artistas que incluía a Edward Wadsworth, un pintor inglés relacionado con la corriente del vorticismo.

Las técnicas de camuflaje de Solomon, Underwood, Wilkinson y Wadsworth serían cruciales para inspirar las operaciones para engañar a los nazis en la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, una nueva generación de artistas superaría a sus antepasados en dimensión y magia.

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