Estábamos una amiga y yo haciendo la compra en un Carrefour cercano a la sala Bataclan cuando una mujer entró en el supermercado con los ojos desorbitados diciendo que había escuchado unos disparos y que por favor llamáramos urgentemente a la policía. Al mismo tiempo, un hombre nos hacía señales desde la calle cómo que se había producido un fusilamiento.
El caos comenzó a apoderarse del lugar y el encargado del establecimiento nos dijo que pagáramos lo más rápido posible y que nos fuéramos de allí, que no nos podíamos quedar dentro. Cerraron las puertas y nos hicieron irnos por la salida de empleados sin saber muy bien que nos íbamos a encontrar en la calle. El mismo encargado nos ordenó que bajo ningún concepto nos fuéramos hacia la derecha. Posteriormente nos enteramos de que en esa dirección se encontraba el restaurante en el que habían asesinado a una persona. Entonces decidimos correr sin mucho conocimiento hacia la izquierda justo en la dirección en la que se encuentra la sala Bataclan porque no sabíamos exactamente lo que estaba sucediendo en cada lugar. Por suerte, cogimos una calle paralela al lugar de fiestas en el que se encontraban encerrados los secuestradores con los rehenes, pero estábamos metidos en mitad del conflicto con total desconocimiento.
Por sentido común nos dimos cuenta de que ahí al lado estaba la oficina deCharlie Hebdo donde se habían producido los atentados a principios de año y evitamos pasar por esa calle. En esa zona, justamente hoy no sucedía nada, pero en estas situaciones nunca se sabe donde puedes encontrarte el peligro.
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