jueves 28 marzo 2024

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por etcétera

Cuando Billie Holiday cantó por primera vez Strange Fruit en el Apollo de Harlem, el hijo del propietario del teatro, Jack Shiffman, dijo: “No había una alma entre el público que no se sintiera estrangulada”. El cantante negro Josh White aseguró: “La música es mi arma. Cuando canto Strange Fruit me siento tan poderoso como un tanque M-4”. Aquello, ciertamente, no era una canción más. Tal y como la describió un periodista del New York Post: “Si la ira de los explotados llega algún día a arder en el Sur, ahora ya cuenta con suMarsellesa”.


Con su denuncia de los linchamientos a los negros en la Norteamérica de 1939, Strange Fruit es considerada como la primera canción protesta de la historia de la música popular en 33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta (Malpaso), el monumental libro de casi 900 páginas escrito por el crítico musical británico Dorian Lynskey, firma del diario The Guardian. “Es un comienzo natural porque fue cuando la canción pop abrazó enteramente la política”, explica Lynskey en conversación telefónica desde Londres.


Sucedió algo similar en 1944 con This Land is Your Land, de Woody Guthrie, que, agarrado a su guitarra con la inscripción “esta máquina mata fascistas”, decía que sus ojos eran una cámara que “tomaba fotos de todo el mundo”. Con su máquina, el músico podía llegar de forma más eficiente al ciudadano de a pie, en pueblos y carreteras secundarias, que, por ejemplo, los escritores. Al escucharTom Joad, la canción de Guthrie inspirada en la novela Las uvas de la ira, su autor, el premio Nobel de Literatura John Steinbeck, exclamó: “¡Maldito cabrón! En 17 versos ha pillado la historia entera que me costó dos años escribir”. Pero Steinbeck, admirador del aguerrido bardo, le reconoció su valiosa labor: “Canta las canciones de un pueblo y, en cierto modo, él es ese pueblo”. “Estas canciones hicieron colisionar tensamente el entretenimiento de los clubs y los escenarios con la realidad social más brutal o injusta”, apunta Lynskey.


http://cultura.elpais.com/cultura/2015/10/27/actualidad/1445975943_238220.html

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