jueves 25 abril 2024

Recomendamos también: “La tecnología está creando una pasividad peligrosa”

por etcétera

El filósofo y pedagogo José Antonio Marina (Toledo, 1939) cree que se está extendiendo una “idea destructiva”: ¿para qué lo voy a aprender si lo puedo encontrar en Internet? Él contesta con una diapositiva de las cuatro ecuaciones del campo electromagnético de Maxwel: ¿Las entendéis? Cree que hay que reivindicar el conocimiento y ha escrito un libro, Historia visual de la inteligencia (Conecta), en el que con textos, mapas mentales y jeroglíficos repasa la historia de la humanidad hasta la inteligencia artificial.

Pregunta. Los nórdicos invierten mucho en educación infantil porque el cerebro se forma entonces. ¿Deberíamos poner más fondos?

Respuesta. Es importante porque en la primera infancia, hasta los siete u ocho años, el cerebro es extraordinariamente plástico y se establecen las conexiones neuronales. Pero uno de los descubrimientos más sorprendentes de la neurología, ya hace 15 años, es que hay una segunda época dorada del aprendizaje, en la que se rediseña el cerro con un tipo nuevo de neuroplasticidad, entre los 13 y los 18 años. Cambia la anatomía del cerebro, los grandes hábitos se implantan mejor y podemos corregir fallos educativos.

P. De modo que no se puede descuidar a los adolescentes.

R. El niño tiene que aprender a organizarse en el mundo al que ha venido y el adolescente aprender porque se va a emancipar. Siempre hacemos responsables a las hormonas de las alteraciones en la adolescencia, pero también está cambiando la forma de funcionar el cerebro. Hay que aprovechar esta capacidad.

P. Se les reprocha tener déficit de atención, de hecho, las clases son más cortas (50 minutos).

R. Hasta un 12% de los alumnos tienen problemas de atención. Lo vimos en la Escuela de Padres. El uso de móviles está dificultando la atención voluntaria. Al mirarlo y volver a la tarea podemos perder hasta el 40% de la información que manejábamos. Es una especie de hacer y deshacer. Un síndrome compulsivo, si no miran la pantalla cada tres o cuatro minutos empiezan a sentir una especie de angustia. Eso es un disparate completo. Ese trajín puede ser de 300 o 400 veces al día. Hay mucha gente que no es nativa digital y empieza ahora por el móvil a tener dificultades para leer un texto medianamente largo. Eso es un empobrecimiento intelectual absoluto y dramático.

P. ¿Habría que hacer como en Silicon Valley que prohíben el móvil a las cuidadoras?

R. En mi libro se cuenta cómo la tecnología está haciendo las cosas tan fáciles que empieza a resultar casi insoportable hacer un pequeño esfuerzo. Queremos que una aplicación lo resuelva todo. Al final se crea una pasividad que es peligrosa. No hay que ser solo bueno técnicamente sino crítico.

Más información: http://bit.ly/3203ZAG

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