jueves 28 marzo 2024

Recomendamos también: El condón no es el rey de los anticonceptivos: una vuelta al mundo por los más utilizados

por etcétera

Desde que el mundo es mundo, la humanidad ha buscado métodos para controlar la concepción. Según cuenta Ana Martos en su libro Breve historia del condón y de los métodos anticonceptivos, ya en el siglo IV a.C. Aristóteles habló de “recetas para matar el esperma”. Algunas de ellas consistían en “untar la zona del útero con aceites de cedro o de oliva, mezclado con incienso o con ungüento de plomo”. Aunque desconocemos su eficacia y su salubridad, se podría considerar uno de los primeros métodos anticonceptivos.

Los métodos para evitar embarazos que se usan en la actualidad son variados, aunque podríamos agruparlos en tres tipos: los de barrera (preservativos), los hormonales (pastillas, parches, inyecciones…) y los métodos naturales (control de la temperatura basal o el método Billings, entre otros). Este artículo, titulado “¿Cuántos métodos anticonceptivos conoce? Son más de 15…”, ofrece un buen resumen de todas las opciones disponibles, así como de sus respectivos porcentajes de eficacia en la contracepción.

Aunque en España el acceso a estos métodos se encuentra bastante generalizado, la despenalización de los anticonceptivos no se aprobó hasta el año 1978, como cuenta esta crónica de El País de aquella época. Cuarenta años más tarde, la Encuesta Nacional 2018 sobre la Anticoncepción en España demostraba que un 5,67% de mujeres en edad fértil no usaban ningún método anticonceptivo en sus relaciones sexuales con riesgo de embarazo no deseado. Habitualmente la falta de uso se debe a ideas erróneas, excusas o mitos. Los clásicos “eso no me va a pasar a mí”, “confío en la otra persona” o “era un momento de pasión” siguen siendo argumentos entre los jóvenes para no usar preservativo.

Entre los españoles que sí usan un método anticonceptivo, el más utilizado es el condón externo, con un 38% según la encuesta citada. El segundo lugar lo ocupa la píldora anticonceptiva, con un 26%, aunque su uso está disminuyendo entre las millennials por, entre otros motivos, sus efectos secundarios y su coste. Le siguen en la lista la esterilización masculina (fundamentalmente la vasectomía), con un 12%, y la esterilización femenina (básicamente la ligadura de trompas), con un 9%.

Estos porcentajes, que parecen tan lógicos a los lectores españoles (y europeos, ya que el uso del condón externo es el más extendido en la región con una media del 17,8%), no lo serán tanto para lectores de otras regiones, ya que la situación económica, el contexto cultural, la implantación de las farmacéuticas y las políticas públicas condicionan los métodos más populares en cada país, según analiza este completo estudio de Medicamentalia.

Por ejemplo, la política de hijo único en China, vigente hasta 2015 y que impedía que las mujeres tuvieran más de un hijo, hizo que a muchas mujeres se les implantara obligatoriamente un dispositivo intrauterino después de su primer alumbramiento. Esto provocó que un 40,6% de mujeres en edad fértil usaran el DIU, según las estadísticas publicadas por la ONU en 2017. Otro ejemplo sería Corea del Norte, donde ese porcentaje asciende al 74%, según las mismas estadísticas. El diario británico The Guardian publicó un artículo sobre la sexualidad en el país asiático en el que un ciudadano norcoreano explicaba: “Los condones son muy difíciles de encontrar, las vasectomías no son una opción y la única forma de control de natalidad son los dispositivos intrauterinos”.

El caso contrario lo encontraríamos en muchos países del África subsahariana. Arantza Abril, responsable de Salud Sexual Reproductiva de Médicos Sin Fronteras, explicaba en este otro artículo que en muchos de esos países “no existe prácticamente ningún profesional capacitado para colocar un DIU”. Este hecho, según la experta, ha provocado que crezca el número de usuarias de implantes subcutáneos como método anticonceptivo: “Son cómodos, su colocación no causa dolor, funciona a largo plazo, es económico, tiene pocos efectos secundarios y el varón no lo nota”, comentaba.

En otro contexto, Canadá llama la atención por su elevado número de hombres que optan por la vasectomía: mientras que en la vecina Estados Unidos solo un 10% de parejas que usan algún mecanismo para controlar la natalidad recurren a la vasectomía, en Canadá ese porcentaje se eleva hasta el 22%. Un médico explicaba esta peculiaridad a un periodista canadiense hablando de la elevada aceptación cultural del procedimiento y de su buena cobertura por parte de los servicios públicos de Sanidad.

Aunque ya hemos visto que las variaciones entre países son enormes, podemos decir que, en términos globales y según la ONU, los métodos más usados son la esterilización femenina, con un 24% (el bloqueo o ligadura de las trompas de falopio), seguidos por el condón externo (21%), el DIU (17%) y la píldora (16%). El 45,2% usa métodos permanentes o de larga duración (como la esterilización, el DIU o los implantes), el 46,1% usa métodos de acción corta (como el condón externo o la píldora) y el 8,7% usa métodos tradicionales (como la marcha atrás o aquellos centrados en el calendario). Sin embargo, debido a que las diferencias regionales son tan acusadas, estas cifras solo nos ofrecen una imagen parcial y conviene recurrir a otras estadísticas para completar el cuadro.

Un cambio de perspectiva

Históricamente, cuando hablaban de planificación familiar, los organismos internacionales solían hacerlo desde una perspectiva demográfica: cuántos hijos por familia necesitábamos para que la población mundial se mantuviera en niveles asumibles. Sin embargo, en 1994, 179 gobiernos aprobaron un programa de acción que cambiaba el enfoque a otro basado en los derechos humanos, las necesidades, las aspiraciones y las circunstancias de cada mujer.

Desde esta perspectiva, los organismos internacionales calculan que hay 1.900 millones de mujeres en edad reproductiva (entre 15 y 49 años). De esa cantidad, hay 1.100 millones con necesidades de planificación familiar y, por tanto, interesadas en el uso de métodos anticonceptivos. Dentro de esta última cifra, hay 842 millones que usan métodos modernos (que incluyen casi todos los mencionados al principio de este artículo), 190 millones sin acceso a métodos anticonceptivos (pese a que no deseaban hijos o a que les gustaría espaciar más el nacimiento entre ellos) y 80 millones que usan métodos tradicionales (pese a su escasa fiabilidad).

Si echamos un vistazo al mapa de cómo se distribuyen estas estadísticas nos encontramos con que el uso de métodos anticonceptivos ilustra la desigualdad entre países. “En 2019, la mayoría de países con una alta proporción de mujeres en edad reproductiva que no desean embarazos pero no usan métodos anticonceptivos se encuentran en el África Subsahariana”, leemos en este informe de Naciones Unidas. La falta de acceso a métodos anticonceptivos, ni modernos ni tradicionales, supera el 20% hasta en 15 países de esa región. Solo Haití y Samoa alcanzan esos porcentajes en otros continentes. En la misma línea, los tres países que más recurren a los métodos tradicionales son Chad, Somalia y Sudán del Sur, coincidiendo con bastante exactitud con el mapa de países con menos renta.

Que tanta población siga sin acceso a estos tiene repercusiones en distintos campos, como los embarazos no planeados, la mortalidad materna e infantil, los abortos en condiciones de riesgo o las enfermedades de transmisión sexual. Siendo así, ¿cuáles son las causas que alejan a tantas mujeres del acceso a métodos anticonceptivos?

El Instituto Guttmacher, una ONG estadounidense fundada en 1968 y que promueve la salud reproductiva, publicó un estudio (en inglés) titulado “Necesidades no cubiertas en el uso de métodos anticonceptivos en países en desarrollo: examinando las razones de las mujeres para no usarlos”. El estudio menciona que las encuestas realizadas en 52 países entre 2005 y 2014 revelaban que, entre las razones más citadas por las mujeres, se encontraban el temor a los riesgos para la salud y la oposición hacia el uso de estos métodos, tanto de las mujeres encuestadas como de su entorno.

Un estudio de The Pew Research Center, un think tank estadounidense fundado en 2004, mostraba que más del 50% de la población de Pakistán, Nigeria y Ghana pensaba que el uso de anticonceptivos (fueran del tipo de fueran) era inmoral. En España el porcentaje de personas que lo encontraban inmoral, según el mismo estudio, es del 2%. Y en México, del 14%.

Muchas mujeres, además, se ven empujadas a asumir el peso de la contracepción por la relevancia en sus países de creencias equivocadas o tabúes. Por ejemplo, la cadena de televisión ugandesa New Vision TV explicaba en una noticia que algunos hombres ugandeses se habían negado a participar en una campaña que promovía las vasectomías por miedo a que su virilidad resultara afectada. Las estadísticas que maneja la ONU confirman que la prevalencia de la esterilización masculina en Uganda es del 0%.

Más información en: Verne El País

También te puede interesar