viernes 29 marzo 2024

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por etcétera

Sally Horner desapareció pocos días después de su undécimo cumpleaños, en junio de 1948, secuestrada por un pederasta llamado Frank La Salle. La niña pasaría casi dos años en paradero desconocido, hasta que logró escapar y regresar a casa. Puede que alguno de los numerosos titulares que dieron cuenta de su suplicio llegara a las manos de Vladimir Nabokov. En algún punto entre 1950 y 1952, el gran literato ruso tomó conocimiento de su caso. Nabokov se encontraba, por aquel entonces, en una profunda crisis creativa. Llevaba varios años peleándose con un manuscrito, todavía llamado El reino junto al mar, que estuvo a punto de tirar a la hoguera en dos ocasiones al sentirse incapaz de terminarlo. La historia de Sally le ayudó a encontrar el camino para concluir una novela que, retitulada como Lolita, catapultó su popularidad y dejó una marca imborrable en la historia de la literatura.

Esa es la tesis desarrollada por la escritora Sarah Weinman en The Real Lolita: the kidnapping of Sally Horner (Ecco), un nuevo libro que recoge su investigación de cuatro años sobre la identidad de esta doble de carne y hueso del personaje ideado por Nabokov. El volumen, que llega mañana a las librerías estadounidenses y británicas, profundiza en un caso ya conocido pero mal documentado. En 2005, el universitario ruso Alexander Dolinin, gran experto en la obra de Nabokov, reveló los increíbles parecidos entre Sally Horner y el personaje de Dolores Haze. Las dos eran morenas, hijas de madres viudas, secuestradas casi a la misma edad y retenidas con métodos idénticos. Pero una se convirtió en mito literario y la otra cayó en el olvido. Weinman escribió el libro para reparar esa injusticia. “La vida de Sally, que fue breve y trágica, augura otros calvarios sufridos por mujeres y niñas. Con este libro quise convertir a Sally en inmortal, porque su vida importó y sigue importando”, sostiene la autora.

Su relato empieza en Camden, la ciudad de Nueva Jersey donde residía. Allí fue retada por un grupo de niñas del que se moría por formar parte a robar un cuaderno de cinco céntimos en la tienda de la esquina. Nunca había hecho nada parecido, pero se armó de valor y escondió la libreta en su mochila. Hasta que un hombre la interceptó al salir: “Soy un agente del FBI. Estás detenida”. Ese desconocido le anunció que tendría que pasar una temporada en el reformatorio. Ante los llantos de la niña dejó que se marchara, pero a condición de mantenerse en contacto con él y obedecer sus órdenes en el futuro.

La Salle tenía 50 años y no era agente de la oficina federal, sino un simple mecánico con un historial de abusos sexuales a niñas menores. No tardó en comunicar a Sally su primera misión: debería acompañarle a Atlantic City, la ciudad de los casinos en la Costa Este. Para convencer a su madre, bastaba con hacerle creer que iba a pasar unas semanas con una amiga. El propio La Salle la llamó haciéndose pasar por el padre de esa hipotética chica. Su madre dudó, pero terminó accediendo: iban a ser las vacaciones que no podía pagarle de su bolsillo. Acompañó a su hija al autobús y la perdió de vista. No la volvió a ver hasta 21 meses más tarde, cuando Sally consiguió llamar a su familia desde California gracias a la ayuda de una vecina. Suplicó que mandaran a alguien para salvarla. Y pudo volver a casa, pero el destino se ensañó con ella: moriría dos años después en un accidente de tráfico.

Más información: http://bit.ly/2wYRPdT

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