jueves 28 marzo 2024

Recomendamos Ni vegano ni omnívoro: para ser respetuoso con el planeta hay que comer como un ‘climatarian’

por etcétera

Cuando la gallega Xiana do Teixeiro hace la compra, sus criterios a la hora de llenar la cesta poco tienen que ver con el precio o la marca. Busca alimentos de temporada, que estén producidos en el entorno y de manera responsable. Apuesta por la venta a granel y por marcas que fomenten la reutilización de envases. No se acerca a los plásticos de usar y tirar. “La salud del planeta es mi primera preocupación a la hora de consumir”, cuenta desde Cabanas, un pequeño municipio de A Coruña situado en la ría de Pontedeume. Su dieta no solo es saludable para ella, también lo es para el resto del ecosistema, y, sin saberlo, forma parte del grupo de personas conocido como climatarians. Así se llama a quienes “eligen qué comer de acuerdo con lo que es menos perjudicial para el medio ambiente”, según la definición del Cambridge Dictionarybritánico.

El periódico The New York Times incluyó el concepto en su listado de nuevas palabras relacionadas con la comida en 2015, aunque fue nombrada por primera vez en 2009. Hoy se convierte en un modelo de conducta urgente: “El cambio en la dieta puede tener beneficios ambientales a gran escala que no son alcanzables únicamente por los productores”, zanjaba hace unas semanas un informe de Naciones Unidas. ¿Más acciones que te convierten en climatarian? Intentar calcular la huella de carbono de cada producto que llega a tus manos, evitar el desperdicio de alimentos y limitar tu consumo de carne (no hace falta restringirlo al 100%).

Veganismo, un primer paso que no es imprescindible

Xiana descubrió lo que era la carne a los cinco años, el día que le sirvieron en un plato un conejo al que había visto crecer. Le tenía cariño y se lo encontró troceado ante ella, listo para que se lo comiera. Era una niña y poco podía hacer más que patalear, pero fue retirando productos animales de su dieta hasta que, a los 13 años, se hizo oficialmente vegana. Como ella, las personas vegetarianas y quienes se adaptan a sus múltiples variedades, incluso los flexitarianos, entran en general en el concepto de dieta climática. Sin embargo, climatarian y vegano no son sinónimos porque consumir únicamente fruta, legumbres y verduras no asegura respetar el medio ambiente si cada gajo de mandarina que se toma está envuelto en plástico: la degradación de estos residuos también contribuye al cambio climático, según un estudio de la Universidad de Hawái publicado en la revista PloS ONE.

Tampoco vale consumir tomates llegados de otra parte del mundo, “por la emisión de gases de efecto invernadero del transporte”, como recuerda David Yáñez, investigador de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC). Aún más importante es conocer las temporadas de los alimentos, “pues lo que se produce fuera de ella precisa más energía”.

Todas estas decisiones las puede tomar un omnívoro, así como comer especies capturadas mediante pesca sostenible (pregúntale al tendero) o pequeñas raciones de carne de pollo y cerdo, procedentes de una ganadería extensiva. No habrá vegano que tosa a quien lo haga.

Entonces, ¿me puedo ‘forrar’ a comer carne?

Tampoco es eso. Uno de los alimentos que más contribuye al cambio climático es la carne, especialmente la de ternera. Un estudio del Centro para la Alimentación y Nutrición Barilla indica que producir un kilo de vacuno supone más de 31 kilos de dióxido de carbono equivalente (la suma de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso). Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) también son reveladores. La ganadería -sobre todo la industrial- es la responsable del 14,5% de los gases de efecto invernadero. Contamina más que todos los coches, trenes, barcos y aviones que se desplazan por el mundo. También genera el 92% de las emisiones de amoníaco -que acidifica el suelo, disminuyendo su calidad-, gasta en un año la misma cantidad de agua que todas las familias españolas en 20 y su pienso contribuye a la deforestación. “Hay que actuar ya”, dice Luis Ferreririm, responsable del programa y la campaña sobre carne y agricultura de Greenpeace, que solicita una moratoria a nuevos proyectos de ganadería industrial y la reducción de la cabaña.

Más información http://bit.ly/2Zxoun9

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