viernes 29 marzo 2024

Recomendamos: La NASA produce oxígeno respirable en Marte

por etcétera

EE UU se ha convertido en el primer país que consigue producir oxígeno respirable en otro planeta. Uno de los instrumentos a bordo del vehículo Perseverance es un aparato diseñado para probar si se puede producir combustible y aire respirable a partir de los materiales disponibles en el planeta rojo. Un día después de que esta misión hiciese historia al realizar el primer vuelo con motor en otro planeta usando para ello el dron Ingenuity, un aparato llamado Moxie instalado en las entrañas del vehículo consiguió producir unos cinco gramos de oxígeno, una cantidad suficiente como para que un astronauta pudiese respirar durante 10 minutos, según la NASA.

La atmósfera de Marte es irrespirable. Está compuesta en un 96% de tóxico dióxido de carbono. Moxie, cuyo nombre hace referencia al proyecto Experimento de Utilización de Recursos In situ, es una caja del tamaño de una tostadora y que pesa unos 17 kilos. Está diseñado para absorber dióxido de carbono y romperlo en su interior realizando un proceso de electrolisis a unos 800 grados que produce moléculas de oxígeno prácticamente puro y como desecho principal monóxido de carbono.

El principal uso para este oxígeno es como combustible para los cohetes de vuelta a la Tierra, aunque la NASA también baraja usarlo para que los futuros astronautas en Marte puedan respirar. El Moxie es solo un demostrador de que es posible producir oxígeno en este planeta. Para regresar a la Tierra un cohete necesitaría 25 toneladas de oxígeno. Pero necesitaría además otras siete toneladas de otro combustible, que podría ser metano.

¿Cómo se produciría el metano? “Una opción es generarlo a partir del hidrógeno del agua helada que hay en el subsuelo marciano y el dióxido de carbono atmosférico”, explica Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología (CAB) en Madrid y miembro de la misión de la NASA en Marte. “Esa agua helada podría servir para beber, regar los cultivos y fabricar combustible”, detalla. “Hay que tener en cuenta que el coste de llevar al espacio un kilo de material es aproximadamente de un millón de euros, con lo que todo lo que podamos utilizar in situ es bienvenido”, añade.

Una de las opciones que baraja la NASA para futuras misiones tripuladas es enviar un instrumento similar al Moxie, pero de dimensiones mucho más grandes para que pudiese producir oxígeno en grandes cantidades.

“El hito de Moxie es tan importante como el de Ingenuity, porque abre un camino nuevo en la exploración marciana al demostrar la capacidad para generar un elemento esencial tanto para la respiración humana como para la síntesis de combustible en Marte e incluso para fabricar agua”, explica Alberto González-Fairén, investigador del CAB.

El oxígeno puro es tóxico para los humanos. Este debe estar mezclado con otros elementos. Y aquí es donde entra el nitrógeno, que supone en torno al 3% del aire marciano, como explica González-Fairén. “Los primeros vuelos espaciales tripulados de la NASA tenían atmósferas de oxígeno puro”, explica. “Los problemas de inflamabilidad de esas atmósferas, así como problemas en la salud de los astronautas derivados de la formación de burbujas de gas en la sangre, hicieron que se empezara a cambiar. En el Skylab ya era 75% oxígeno y 25% nitrógeno. La estación espacial rusa MIR, las naves Soyuz y los transbordadores de la NASA ya tenían atmósferas estándar terrestres, y así es hoy en la Estación Espacial Internacional: allí se usa agua que por medio de hidrólisis se descompone en O₂ y H₂, y ese oxígeno se libera en el habitáculo, donde se mezcla con el resto de gases para crear una atmósfera similar a la de la Tierra, con 78% de nitrógeno y 21% de oxígeno”, señala.

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