En sus 18 años en el poder, el chavismo ha reprimido a los medios independientes de Venezuela de las más diversas formas: amenazas de cierre y cárcel, veto a las pautas publicitarias, la negación de las divisas necesarias para la compra de papel, la no renovación de las licencias y las demandas incoadas a sus directivos.
A la gran mayoría de los medios de comunicación el Gobierno de Nicolás Maduro, el heredero del autoritario Hugo Chávez, ha logrado torcerles el brazo. Muy pocos son los periódicos, como “El Nacional”, que han podido resistir los feroces ataques en su contra sin poder restañar todavía las profundas heridas provocadas por un régimen enemigo de la libertad de expresión.
La luna de miel que vivió Chávez con la prensa local que apoyó su candidatura en 1998 duró muy poco. Ni siquiera había transcurrido un año de su ascenso al poder, cuando los medios se dieron cuenta del proyecto autoritario de corte populista izquierdista que escondía el comandante.
A partir de ese momento los medios le dieron la espalda y comenzaron a criticar sus políticas de hipercontrol y expropiación de empresas y haciendas. Las relaciones con la prensa entonces se desdibujaron y tensaron por la falta de tolerancia hacia la crítica que mostró el expresidente, acostumbrado por su formación militar a mandar y ser obedecido.
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