jueves 25 abril 2024

Recomendamos: Los ángeles de Victoria’s Secret dicen adiós en la era del MeToo

por etcétera

No hay nada más subjetivo que la perfección. Pero, si había algo que consiguiera rozarla, eran las modelos de Victoria’s Secret y sus modelos. Esas mujeres vestidas (vestidas…) con microconjuntos de lencería llenos de encaje y brillo, imposibles para el 95% de la población, con sonrisas tan anchas como las alas que las escoltaban, eran parte del paisaje navideño desde hace un par de décadas. Ángeles, las llaman. Por las alas, quizá; o por ese carácter casi sobrenatural de sus insuperables 180 centímetros sobre las pasarelas.

Esa ilusión de perfección le ha acabado pasando factura a la marca de lencería. Y muy alta. Sus ventas caen (en 2018 perdió un 50% de su valor). Los espectadores de su desfile caen. Su popularidad cae. Al final, el descalabro ha llegado a esa pasarela tan popular como llena de imposibles. Como dejaba entrever la marca estadounidense hace un par de meses y como confirmaba el martes Shanina Shaik, una de sus modelos, por el momento no habrá más desfiles.

“Desgraciadamente, no va a celebrarse este año”, explicaba la maniquí, de 28 años y que ha desfilado en cinco ocasiones para la marca, sobre el famoso evento. “Me siento rara, porque todos los años por estas fechas solía estar entrenando como un ángel”. Un entrenamiento duro, en ocasiones extremo; de hecho, el desfile suele celebrarse en noviembre, por lo que Shaik estaría hablando de cuatro meses de preparación. Programas de desintoxicación, varias horas de ejercicio diario, dietas imposibles, eliminación de alcohol, azúcar, gluten, lácteos, hidratos de carbono… Todo en busca de esa excelencia inasequible.

Victoria’s Secret estaba condenada desde hace años. El cambio de paradigma, la llegada del MeToo, la inclusión y aceptación de todos los cuerpos, el empoderamiento femenino, el rechazo al exceso de retoque fotográfico, el auge de la belleza real, el consumo de ropa interior más prosaica… Todo ello ha dejado paso a la extrañeza y la incomodidad ante el show, expresados cada vez de forma más abierta a causa de esa perfección tan irreal que ha acabado con una firma que sí, vendía fantasía, pero con un tufo a pasado, incluso a vergüenza.

Intentaron arreglarlo. En 2016 Jasmine Tookes llevó su sujetador joya y en las fotos se veían sus estrías sin retocar. En 2018 desfiló Winnie Harlow, modelo con vitiligo. Nada servía. Si hace tres años el desfile fue visto por 6,6 millones de espectadores, hace dos, por menos de cinco. En la pasada edición, en 2018, apenas 3,3 millones vieron a los ángeles y sus melenas de tirabuzón. El peor dato de su historia desde que empezó a emitirse, en 1995. Ni siquiera volver a llevar el desfile a Nueva York, tras las intentonas de darle brillo en Londres y Shanghái, lograron la atracción del espectador.

Más información: http://bit.ly/2MvWwFh

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