martes 19 marzo 2024

Recomendamos: El equipo de Biden reclama que se ponga en marcha el proceso de transición

por etcétera

La mañana de este ventoso domingo, antes de abandonar la Casa Blanca para ir a jugar al golf a su campo privado de Virginia, Donald Trump la utilizó para crear más confusión a la ya existente 13 días después de las elecciones presidenciales que él considera que han sido fraudulentas, por lo que se niega a reconocer su derrota en las urnas frente a Joe Biden. Cuando el primer mensaje dominical del presidente aparecía en las pantallas de sus casi 90 millones de seguidores en Twitter, saltaron todas las alarmas. Trump escribía textualmente: “Ganó [Biden] porque las elecciones estaban amañadas”. ¿Era su particular concesión frente a Biden? ¿Admitía su derrota? ¿Se confesaba vencido y solo era capaz de hacerlo a través de Twitter?

En realidad, el tuit que Trump escribía encabezado con esa oración no debería de haber dado lugar a pensar que el mandatario afrontaba la verdad, porque lo que el republicano estaba haciendo era intentar dar una explicación de por qué Biden ganó en respuesta a los comentarios hechos en Fox por Jesse Waters, cuyo segmento de vídeo incluía en el tuit: “Hay algo que no está bien. Joe Biden no se lo ha ganado, ni siquiera hizo campaña. Creyó que iba a perder, ustedes lo podían ver. Hizo una campaña de perdedor. Así que ¿cómo es posible que 10 días después de la elección vaya por delante?”, argumentaba el periodista de la Fox.

Fue entonces cuando Trump le dijo a Waters que Biden había ganado porque los comicios eran una estafa. En aquel momento, ya había titulares anunciando que el presidente tiraba la toalla y admitía su fracaso. Durante el espacio de una hora el país estuvo en vilo. Con lo que nadie parece contar todavía, a pesar de cuatro años de experiencia de salidas de tono y mentiras instaladas en la Casa Blanca, es con que Trump es impredecible, errático y va a alargar esta agonía postelectoral todo lo que sea necesario para sus intereses personales o egocéntricos.

Efectivamente, menos de una hora después, Trump daba marcha atrás, o más concretamente puntualizaba que Biden solo había ganado a los ojos de “LOS MEDIOS DE NOTICIAS FALSAS [las mayúsculas son del presidente]”. “No concedo NADA”, tuiteó el mandatario, en un tono que si hubiera podido tener voz era obviamente indignado ante la mera idea de que fuera a dar marchar atrás y admitir la victoria de Biden. “Tenemos mucho camino por delante”, amenazaba Trump.

Mientras tanto, el equipo de Biden mantiene la calma. Entrevistado en el veterano programa político de las mañanas de domingo en NBC, Meet the Press, el jefe de Gabinete de Biden, Ron Klain, decía que “los tuits de Donald Trump no hacen presidente o no presidente a Joe Biden. El pueblo americano ha hecho eso”, declaraba Klain.

El veterano asesor, una gran apuesta de Biden en estos tiempos tumultuosos y de confusión en la transición de poderes, iba más allá y declaraba que el Gobierno federal, a través de la Administración de Servicios Generales (GSA, siglas en inglés), debía sin falta esta semana poner en marcha la estructura para la transición de poder para que los demócratas puedan recibir los informes de seguridad nacional y planificar la respuesta a la covid-19. “Que Trump reconozca la victoria de Biden a través de Twitter ―para poco después decir que no la admitía― no tiene ninguna relevancia en la realidad de las elecciones”, añadió Klain. Realidad y Trump casi nunca han ido de la mano.

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