jueves 28 marzo 2024

Recomendamos: El secreto de la escena de sexo que catapultó a Brad Pitt a la fama

por etcétera

Aún está por ver si mañana le darán el Oscar por su actuación en una película con la que una vez más ha hecho suspirar al mundo por su físico prodigioso. En Érase una vez en… Hollywood Brad Pitt, entre otras cosas, se sube a un techo sin camisa, con el torso totalmente desnudo, para instalar una antena. Es decir, aparece, una vez más, ejerciendo de lo que ha sido desde el principio de su carrera: un sex symbol. La mirada de Quentin Tarantino se recrea en el cuerpo del actor de 50 años como ya lo hicieran antes David Fincher en El Club de la Lucha y Guy Ritchie en Snatch, Cerdos y Diamantes.

La primera vez que el mundo se fijó en Brad Pitt también aparecía luciendo pectorales. Fue en Thelma y Louise, el film que le dio fama mundial. Lo dirigió el británico Ridley Scott pero el guion pertenece a la texana Callie Khouri, quien ganó un Oscar por esa historia en la que dos mujeres emprenden un road trip juntas por diversión y acaban huyendo hacia México tras matar a un hombre que ha intentado violar a una de ellas.

La película estuvo a punto de no ser filmada a causa de las reticencias que generaba entre los productores el hecho de que las protagonistas se defendieran de la violencia machista con pistolas. La periodista especializada en cine Becky Aikman cuenta en su libro de 2017 Off the Cliff: Cómo Thelma y Louise condujo a Hollywood al precipicio, que la reacción de un alto ejecutivo de la industria cuando leyó el guión fue: “No lo pillo. Son dos zorras en un coche”.

En Thelma y Louise la escena que protagoniza Brad Pitt es crucial para comprender el desenlace de la historia (spoiler: ambas prefieren tirarse por un barranco que entregarse a la policía y volver a sus vidas anteriores) y ha sido analizada por diferentes teóricos como un pasaje totalmente novedoso en la historia del cine.

Su personaje es el pícaro J.D., un atractivo joven al que Thelma (Geena Davies) y Louise (Susan Sarandon) recogen haciendo auto-stop mientras están huyendo de la ley. J.D les dice que es estudiante y que está intentando regresar al instituto. Aunque hay algo que no encaja del todo en la historia, la suspicaz Louise deja que se una con ellas al viaje y que su amiga Thelma, que está casada con un maltratador, tontee con él para distraerse. En su travesía se detienen a pernoctar en un motel. Louise les sugiere a Thelma y J.D. que compartan habitación.

En la intimidad de la noche J.D le confiesa a Thelma que en realidad es un atracador de poca monta y que se gana la vida dando el palo a tiendas y estaciones de servicios. Ella, fascinada, le pide que escenifique como ejecuta esos atracos. J.D, sin camisa, en vaqueros y con un sombrero de cowboy puesto hace una dramatización con el secador de ella, que usa como si fuese un revolver.

“Geena Davis observa el cuerpo de Pitt con tal lujuria que sus ojos casi se salen de las cuencas. La audiencia fue capaz de verle a él a través de los ojos de ella: por primera vez se había creado una escena de sexo en el que el punto de vista era el de la mujer”, dice Becky Aikman, describiendo el tórrido pasaje.

“En el paradigma clásico de Hollywood el papel de la mujer es el de objeto pasivo, mientras que los hombres son agentes activos. El hombre es el que mira, el que tiene la mirada, mientras que la mujer es la imagen codificada para un gran impacto visual y erótico […] Para las mujeres espectadoras se abren dos opciones: o bien se identifican con el punto de vista del hombre y el agente masculino dentro de la película o bien se identifican con el sujeto femenino de forma masoquista”, explicaba la teórica de cine británica Laura Mulvey en Placer Visual y cine narrativo (1988). El ensayista Glenn Man defiende en Géneros y mitos en Thelma y Louise (1992) que en esta película ocurre exactamente lo contrario: “El film está construido para retar de forma consciente el paradigma clásico de la mirada masculina definido por Mulvey”. Es decir, la película introduce por primera vez el punto de vista radicalmente femenino (lo que ahora se llama the female gaze) y el objeto hipersexualizado es el cuerpo de Brad Pitt. Para una mujer heterosexual identificarse con Thelma en esa escena con J.D. es todo menos masoquista.

Hasta Ridley Scott se implicó activamente en la hipersexualización del cuerpo de Pitt: para que sus pectorales pareciesen más brillantes y sudorosos durante esa escena se ocupó personalmente de pulverizarles agua Evian. En el montaje original la escena llegaba a durar quince minutos.

“Las líneas que Callie Khourie pensó para esa escena desarrollaban una situación de seducción en la que los personajes hablan con humor, de forma cariñosa, con afecto e interés. Geena y Brad interpretaron unos prolegómenos que eran una delicia”, explica Aikman en su libro.

El proceso de casting para encontrar al actor que debía encarnar al pícaro atracador fue complicado, precisamente por la importancia que tenía este personaje en la trama.

“En su primera lectura, Brad Pitt lo hizo muy bien: tenía un punto James Dean, un acento muy auténtico y un encanto macarra” apunta Aikman. “Pero a Ridley Scott le pareció que era muy joven y pasaron a otros candidatos”.

Según se cuenta en Off the cliff también acudieron al casting para este papel Mark Ruffalo, James Le Gros, Dermot Mulroney, Dylan McDermott o Robert Downey Jr. Incluso George Clooney, que después ha bromeado frecuentemente sobre el asunto, acudió al casting. Sin embargo, el candidato favorito de Scott era William Baldwin. Este actor rechazó el rol tres semanas antes de que empezase la película porque había conseguido un papel principal en Llamaradas. Solo entonces llamaron a Pitt.

A la mañana siguiente de acostarse con Thelma, J.D., fiel a sus no-principios, le roba todo su dinero. Pero la película también codifica esa “desgracia” en términos feministas. El personaje de Brad Pitt ha cumplido una doble función: hacer salir a Geena Davies del letargo sexual en el que se hallaba sumida por su matrimonio con un maltratador y enseñarle algunos trucos para que ella misma pueda atracar gasolineras, ahora que no tiene un centavo pues el propio J.D. le ha robado todo lo que tenía. “En este contexto, la acción de J.D no se ajusta a la narración clásica masculina en la que la mujer que se desmelena recibe una lección por su descaro, sino que funciona de forma completamente opuesta. Les da poder a las dos protagonistas”, explica Glenn Man en Géneros y mitos en Thelma y Louise.

La película fue un fenómeno mundial y convirtió a Brad Pitt en una estrella internacional pero también le endosó un estatus, el de bomba sexual, al que algunos (como, por ejemplo, la crítica de The New York Times Manohla Dargis) culpan de que nunca se le haya tomado realmente en serio. Se supone que por eso aún no haya ganado ningún Oscar. Veremos si mañana se rompe la “maldición”.

Más información El País

 

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