viernes 29 marzo 2024

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por etcétera

Hace cerca de dos años se hizo viral el término“noticias falsas” y ahora no deja de aparecer en las noticias de verdad. De repente, estas mentiras disfrazadas de actualidad se volvieron la preocupación del mundo entero, la amenaza más notoria para la democracia. Y, en buena medida, con razón: aunque no está claro cuánto influyeron, sin duda hicieron parte en la consolidación de la opinión pública en las elecciones del brexit en Reino Unido, de Donald Trump en Estados Unidos y del plebiscito sobre el acuerdo de paz en Colombia.

El interés por el tema es tal que ya varios actores de la sociedad han prendido las alarmas en busca de una estrategia para detenerlas. Entre otras iniciativas, varios medios como la BBC, Vice o Animal Político han liderado campañas dirigidas a promover la verificación de la información y Facebook anunció en enero un nuevo algoritmo que prioriza las noticias de los amigos y disminuye la exposición de los sitios de dudosa reputación. En Reino Unido, el gobierno de Theresa May creó a comienzos de año una Unidad Anti ‘Fake News’ (noticias falsas en inglés) con el único objetivo de combatirlas. Pero pocos se han preocupado por solucionar el problema de raíz: desarrollar el criterio de quienes consumen y reproducen estos mensajes.

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Después de todo, las noticias falsas son solo un síntoma de un fenómeno mucho más grande en la que la democratización de los canales de información lleva a menos filtros de veracidad. Hay muchas personas con acceso a información, pero ignorantes de las fuentes de la que esta proviene, de sus intenciones y veracidad. Y, ante eso, difícilmente haya un mejor ‘algoritmo’ que el criterio propio: enseñar a la gente a consumir, producir y reproducir la información responsablemente, igual que se enseña a leer y a escribir. Es solo otro tipo de alfabetización.

Un mundo (más) caótico

Juan Pablo Ortega, profesor del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad Central, tiende a preguntarle a sus alumnos de Enunciación y Análisis del Discurso qué personaje admiran. La interacción sobre los intereses personales de sus estudiantes es algo que, dice, lo ayuda a conectarse más con ellos. Pero, no se esperaba la respuesta de una alumna cuando le contó el suyo:

-Popeye, profe.

-¿El… marino? –, replicó Juan Pablo.

-No, profe, el youtuber.

Popeye, el youtuber, cuyo nombre real es John Jairo Velásquez, fue sicario del Cartel de Medellín y parte del círculo de confianza de Pablo Escobar. Estuvo en la cárcel hasta 2014 cumpliendo una condena de 23 años y ahora se dedica a hacer videos en YouTube, donde promueve la tendencia ultraconservadora y la apología de la vida de Escobar (además de su nueva marca de ropa).

Más información: http://bit.ly/2TX4acn

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