viernes 19 abril 2024

Recomendamos: ¿Cómo luce la misoginia?

por etcétera

La misoginia está en todas partes. O más bien, “misoginia” está en todas partes. La palabra, que convencionalmente significa el odio hacia las mujeres, solía ser una acusación radical. Sin embargo, ahora parece haber eclipsado a los más amables “sexismo” y “chauvinismo” en el habla popular. Ahora llama poco la atención encontrar “misoginia” en un titular y mucho menos en un tuit.

De un lado del espectro, el término se usa para describir la desigualdad societal evidente, por ejemplo, en la brecha salarial, las dificultades para encontrar atención médica adecuada y las prerrogativas de hombres como Les Moonves que destruyen la carrera de quienes los denuncian.

“Desafortunadamente, la misoginia violenta no es nueva en la política”, decía un encabezado de CNN en 2018. “La misoginia aviva la autogestión de las mujeres”, titulaba The Guardian a finales de agosto. Una columna de opinión en The New York Times exploraba “La misoginia reservada especialmente para las madres”. Kim Schrier, una pediatra que se postulaba al congreso –hoy congresista demócrata– calificó sin rodeos a Donald Trump como “misógino jefe” en un tuit del año pasado.

Una mirada a las fotografías de archivo, incluidas las de The New York Times, revela cómo, mientras el término se popularizó, la misoginia también ha formado parte del panorama visual, desde los titulares noticiosos hasta la experiencia cotidiana.

Sin embargo, como tanto de lo que ocupa el discurso actual, la resonancia del vocablo oscila entre lo importante y lo susceptible al meme. Un reportaje sugería que una mangosta en Kenia podía ser misógina. “Bájale a la misoginia”, dice una camiseta de venta en Etsy. Y cómo olvidar la taza con un tiburón tan caprichoso como concientizado que dice: “Aleta contra la misoginia”.

El desdén hacia las mujeres, suele argumentarse, también es el motivo por el cual se rechazan ciertos rincones de la cultura popular. “¿Será que mi misoginia interior me ha impedido leer novelas de romance toda la vida?”, se preguntaba una escritora. Odiar a las Kardashian también se interpreta como antimujer, porque al hacerlo reducimos a las célebres hermanas a simples estereotipos. Es la lógica de muñeca rusa del momento: despreciar cualquier refugio que tienen las mujeres de la misoginia –ya sea la telerrealidad, un régimen de belleza o la astrología– es en sí mismo misógino.

Más información: https://nyti.ms/2Y9QSvV

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