jueves 25 abril 2024

Recomendamos: Cómo los celulares están cambiando nuestro cráneo (y otras increíbles formas en las que la vida moderna está afectando nuestro esqueleto)

por etcétera

Todo comenzó con una cabra.

El infeliz animal nació en Holanda en la primavera de 1939 con pocas perspectivas.

En la parte izquierda de su cuerpo, había apenas un trozo de piel cubierto de pelo donde debía estar una de las patas.

Y la pata derecha estaba tan deformada que parecía un muñón con una pezuña.

Pero cuando tenía tres meses, la pequeña cabra fue adoptada por un instituto veterinario.

El animal pronto desarrolló su propio método para moverse en una pradera. Se apoyaba en sus patas traseras haciendo equilibrio y saltaba, asemejándose a un canguro o a una liebre.

La cabra tuvo un accidente y murió cuando tenía un año, pero su esqueleto dejó una última sorpresa.

urante siglos los científicos pensaron que los huesos solo crecían en formas predecibles, de acuerdo a instrucciones heredadas de nuestros padres.

Sin embargo, un experto en anatomía holandés que estudió el esqueleto de la cabra descubrió que el animal había iniciado un proceso de adaptación.

Los huesos en sus caderas y piernas eran mas gruesos de lo esperado. Los huesos de sus patas se habían estirado y el ángulo de los de la cadera había cambiado para permitir una postura más erguida.

En otras palabras, el cuerpo de la cabra había comenzado a parecerse al del los animales que saltan.

Biografía de los huesos

Hoy se sabe que nuestros esqueletos son sorprendentemente maleables.

Aunque podemos tener una impresión contraria, los huesos bajo nuestra piel están vivos, rosados por el flujo sanguíneo y en un proceso de destrucción y reconstrucción constante.

Si bien el esqueleto de cada persona se desarrolla de acuerdo a instrucciones generales en su ADN, puede cambiar de acuerdo a las presiones que cada individuo enfrenta en su vida.

Esta constatación ha llevado a una disciplina llamada “osteobiografía“, literalmente “biografía de los huesos”, que permite examinar un esqueleto para descifrar cómo vivió su dueño.

Y estudios recientes parecen no dejar duda de que la vida moderna está teniendo un impacto en nuestros huesos.

Los ejemplos abundan, desde la aparición de un abultamiento en la base del cráneo, al descubrimiento de que nuestras mandíbulas se están achicando o que los codos de los jóvenes alemanes se están volviendo más pequeños.

Los misteriosos “gigantes”

Un ejemplo de osteobiografía es el misterio de los “hombres fuertes” de Guam y las islas Marianas.

El enigma comenzó con el descubrimiento en 1924 del esqueleto de un hombre en la isla Tinian, unos 2.560 km al este de Filipinas, en el océano Pacífico.

Los restos, que databan del siglo XVI o XVII , eran gigantes. Se trataba de un hombre extraordinariamente fuerte y alto.

El descubrimiento encajaba con leyendas locales de antiguos gobernantes de proporciones enormes, capaces de acciones heroicas.

Los arqueólogos llamaron al esqueleto Taotao Tagga -“hombre de Tagga”- una referencia a Taga, el antiguo jefe de las islas, que según la mitología local tenía superpoderes.

Más información: https://bbc.in/2IS66z6

También te puede interesar