sábado 20 abril 2024

Recomendamos: Canadá batalla para alejar a los adolescentes de la marihuana legal

por etcétera

THORNBURY, Ontario — Los padres y abuelos se congregaron en el pequeño auditorio de esta tranquila ciudad de esquí a dos horas y media al norte de Toronto para aprender cómo hablarles a los adolescentes sobre los efectos potencialmente nocivos de la marihuana.

En la sesión de salud pública, realizada menos de una semana antes de que Canadá legalizara la marihuana, se transmitió un mensaje a los padres: los adultos ahora pueden consumir cannabis de manera legal, pero no es seguro que lo hagan los jóvenes. Por tanto, debían inculcarles a sus hijos la idea de que esta droga puede ser peligrosa.

“Se ha demostrado que el cerebro deja de crecer hasta los 25 años, y aun así se la estamos vendiendo a personas de 19”, dijo Jenny Hanley, consejera de adicciones, cuando se iba de la reunión. “¿Qué demonios está pensando nuestro gobierno?”.

A finales de octubre Canadá se convirtió en el segundo país del mundo en legalizar la compra, el cultivo y el consumo de pequeñas cantidades de marihuana. Sin embargo, también declaró que era un delito dársela a cualquier persona menor de 19 o 18 años (varía según la provincia) y se estableció una pena de hasta catorce años en prisión en caso de delinquir.

El gobierno comenzó al mismo tiempo una campaña de educación pública de 83 millones de dólares, gran parte dirigida a los jóvenes canadienses, la cual advierte sobre los peligros del cannabis.

No obstante, los expertos recalcan que será difícil convencer a los adolescentes de que la legalización no les da un visto bueno para consumir la marihuana, sin mencionar que los esfuerzos antinarcóticos previos no tuvieron mucho éxito.

Además, la ciencia detrás de los efectos del cannabis en el cerebro adolescente no es nada clara.

Los funcionarios han argumentado que regular el mercado del cannabis y aplicar medidas severas a los vendedores ilegales reduciría su elevado consumo entre los adolescentes canadienses; de acuerdo con un informe de Unicef de 2013, los jóvenes canadienses son los que la consumen más que cualquier población joven de otros países del mundo.

“El aspecto más engañoso de la legalización es decir que eso evitará que los niños la consuman”, dijo Benedikt Fischer, científico sénior del Centro para las Adicciones y la Salud Mental de Toronto. “De muchas maneras, es un experimento a gran escala”.

Los funcionarios se muestran optimistas.

“Muchos jóvenes tienen la idea de que es una sustancia muy benigna, sin riesgos, que es orgánica, natural y medicinal”, comentó Bill Blair, el ministro canadiense a cargo de la legalización de la marihuana y quien también fue jefe de policía de Toronto.

“Cuando empiezas a mostrarles los hechos a las personas, para remplazar los mitos y la desinformación, toman decisiones mejores y más inteligentes”, agregó.

No obstante, es complicado conciliar lo que dice la ciencia y poder guiar a los adolescentes, tal como lo están descubriendo los padres y tutores convocados a reuniones del estilo de Thornbury.

Jared Kaye, de 19 años, estaba sentado en una banca al fondo del auditorio de Thornbury durante la sesión. Dice que fumó marihuana por primera vez a los 9 años al mismo tiempo que bebía mucho alcohol, y que después comenzó a usar drogas más fuertes. Entró a rehabilitación a los 15 años y vivía como indigente.

Él y otro adolescente en recuperación fueron acogidos por Hanley, la consejera de adicciones, y ahora viven en su granja cerca de Flesherton, Ontario.

“Lastimé mucho a mi familia”, dijo Kaye. “No hice nada más que lastimarme a mí mismo”.

Algunos tienen distintas perspectivas. Paul Thompson, un empresario de Stratford que asistió a la sesión mientras estaba de vacaciones en la ciudad, cree que la marihuana es menos peligrosa.

Cuando su hijo de 21 años fue arrestado hace un par de años, acusado de posesión de marihuana, Thompson decidió dársela él mismo para asegurarse de que no estuviera mezclada con otras drogas.

“Creo que el alcohol provoca daños mucho mayores”, comentó Thompson, quien está divorciado y tiene tres hijos. “No creo que el cannabis sea adictivo. La gente que es adicta tiene problemas mucho más graves”.

Lo desconcertante es que tanto Thompson como Kaye están en lo correcto.

Más información: https://nyti.ms/2zUvorQ

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