sábado 20 abril 2024

Recomendamos: Bolsonaro y Trump exhiben su alianza el día del cambio ultraderechista en Brasil

por etcétera

El militar retirado Jair Messias Bolsonaro, de 63 años, se convirtió este Año Nuevo en el primer presidente ultraderechista de Brasil desde el fin de la dictadura. En su discurso inaugural, aparcó su habitual criminalización del Partido de los Trabajadores (PT) para convocar a los diputados a unirse en “la misión de reconstruir la patria liberándola del crimen, la corrupción, la sumisión ideológica y la irresponsabilidad económica”. Bolsonaro y el presidente de EE UU, Donald Trump, aprovecharon la inauguración para exhibir, vía Twitter, su alianza, que supone un giro copernicano de la política exterior brasileña.

Trump saludó al nuevo presidente de Brasil con un tuit que decía: “Estados Unidos está contigo”, a lo que este respondió: “Juntos, con la protección de Dios, traeremos más prosperidad y progreso a nuestros pueblos”. El nuevo presidente, que exhibe su admiración por el magnate, su discurso y método, pretende forjar una alianza con la primera potencia mundial, aunque a la ceremonia Washington envió al secretario de Estado, Mike Pompeo.

Bolsonaro, que llega al cargo con un fuerte mandato de los electores (ganó con el 55%) para que resuelva los grandes males que lastran a la primera potencia latinoamericana y entierre el legado del PT, afirmó que actuará “guiado por la Constitución y con Dios en el corazón”. “Brasil y Dios por encima de todo”, subrayó. Durante su discurso al país (el segundo del día) desde el palacio de Planalto y ante una multitud de devotos, sacó de repente una bandera de Brasil y la agitó como en un estadio al grito de “nuestra bandera jamás será roja”, un grito de guerra bolsonarista que hace referencia al PT y a la izquierda.

La ausencia de la toma de posesión del PT, que lidera Lula da Silva, encarcelado por corrupción, da la medida de la polarización imperante. La formación, que encabeza la oposición, decidió no asistir porque el “odio anti PT del presidente electo es una expresión de un proyecto que, asaltando las instituciones, pretende instaurar un Estado policial y destruir las conquistas históricas del pueblo brasileño”.

Aunque el ya presidente Bolsonaro no lo haya explicitado, es lo que le reclaman sus fieles. Fátima Braga, una de las decenas de miles de seguidores que se acercaron a la plaza de los Tres Poderes de Brasilia a escuchar su discurso, explicó: “Damos la bienvenida a un nuevo Brasil que acabe con el régimen del PT”. Esta funcionaria jubilada de 63 años considera que “Brasil no necesita un salvador de la patria” y que “Bolsonaro tiene una trayectoria (en el Congreso) y no es corrupto”.

Sus siete legislaturas han pasado sin pena ni gloria, aunque él se ha mantenido fiel al discurso con el que ha triunfado, contrario a las minorías, a lo que llama ideología de género, los comunistas, y de defensa de las fuerzas de seguridad y de los valores cristianos. Sus seguidores repiten estos puntos como un mantra mientras desechan cualquier discrepancia como fruto de falsedades. Aunque todos los presidentes han cortejado a los pujantes electores evangélicos, la fuerte presencia religiosa en las palabras y actos del mandatario resulta novedosa.

A la ceremonia asistieron dos primeros ministros muy afines a Bolsonaro, como el israelí Benjamín Netanyahu, que concluía una visita oficial de cinco días, y el húngaro Viktor Orbán, además de mandatarios de la región como el chileno Sebastián Piñera o el boliviano Evo Morales. Bolsonaro retiró las invitaciones a Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Brasilia, la capital, acogió una toma de posesión con una expectación que recuerda a la que generó la de Lula, en Año Nuevo de 2003. Las ansias de cambio eran entonces también enormes. Aquel fue un giro a la izquierda, ahora es un volantazo a la ultraderecha. La división imperante quedó clara en la plaza de los Tres Poderes —donde se ubican las sedes del Gobierno, el Congreso y el Supremo— con los abucheos a los diputados no afines a Bolsonaro.

Más información en: El País

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