viernes 29 marzo 2024

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por etcétera

Alfonsina Storni tuvo una vida tan dura como apasionante. Vivió marcada por las estrecheces económicas, condicionada en la infancia por el alcoholismo de su padre y obligada a sobrevivir por sí misma desde pequeña. Era una niña tan distinta que su madre vio en ella cualidades diferentes de las de sus hermanos y fue a la única a la que escolarizó.

Storni, también conocida por los seudónimos Tao-Lao y Alfonsina, siempre reconoció ser una mente varonil encerrada en un cuerpo de mujer a la que le dolió haber nacido mujer. A pesar de los desengaños amorosos que sufrió, de considerar el sexo un estigma, de su nerviosismo hasta la paranoia y de las depresiones que padeció, dedicó su existencia a luchar contra las desventajas y discriminaciones de las mujeres con una prolífica obra como escritora y también como periodista.

Alfonsina Storni Martignoni nació en Capriasca, Suiza, el 29 de mayo de 1892, si bien no son pocos los que sitúan la fecha de su nacimiento el 22 de mayo. Hja de padres italo-suizos, nació allí casi por accidente, ya que la madre de Alfonsina, Paulina, era maestra, y su padre, Alfonso, había comenzado años antes un negocio en el que producía refrescos, hielo y cerveza en San Juan, Argentina, que les permitió ocupar un lugar de prestigio en la sociedad argentina en los primeros años de casados. Sin embargo, empezaron las estrecheces económicas y el padre empezó a beber y a desatender el negocio, por lo que el médico de la familia sugirió unas vacaciones, así que el matrimonio, ya con dos hijos, se fue a Suiza.

Cuando Alfonsina tenía cuatro años, la familia regresó a Argentina, primero a San Juan y luego, en 1901, a Rosario. Siete años después tuvieron su cuarto hijo, Hildo, con quien Alfonsina desarrolló un afecto materno. Pero a pesar de tanto cambio de residencia, la familia sobrevivió siempre con grandes dificultades económicas.

Con 12 años Alfonsina escribió su primer poema, marcado por la tristeza de la vida que ve alrededor y centrado en la muerte. Lo dejó debajo de la almohada de su madre para que lo leyera, y a la mañana siguiente, su madre, enfadada, le riñe explicándole que la vida es dulce.

En esos años la madre de Alfonsina intentó dirigir una escuela privada con 50 niños, pero el padre decidió que era mejor dirigir un café pequeño en el que la pequeña Storni servía y fregaba. Todo falló y las condiciones empeoraron cuando murió el padre en 1906.

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