martes 16 abril 2024

Ordena juez Moro a Lula da Silva que se entregue mañana para ser llevado a la cárcel

por etcétera
Ordena juez Moro a Lula que se entregue para ser llevado a la cárcel

El juez del Lava Jato, Sergio Moro, conminó a Lula da Silva a presentarse detenido mañana para cumplir una condena de 12 años de cárcel, luego de que el tribunal brasileño de segunda instancia enviara el oficio de autorización al magistrado para que proceda. El exjefe de Estado tiene hasta las 5 de la tarde de este viernes para presentarse.

La Corte Suprema, en un fallo dividido que debió desempatar la presidenta del organismo, resolvió rechazar un Habeas Corpus que plantearon los defensores del líder del PT para que Lula pudiera seguir en libertad hasta agotar todos los recursos de apelación contra su condena por corrupción.

Sin esperar al término de los plazos legales, el juez Moro, el impertérrito acusador de Luiz Inácio Lula da Silva de los últimos tres años, ha dictado el inmediato ingreso en prisión del expresidente de Brasil.

No habían pasado ni 24 horas desde que el Supremo Tribunal Federal (STF) decidiese denegar el último recurso de Lula, condenado a 12 años por corrupción, cuando Moro dictó un auto para decretar su encarcelamiento. El juez concede a Lula, “por la dignidad del cargo que ocupó”, la oportunidad de entregarse él mismo a la justicia antes de las cinco de la tarde de mañana viernes.

Moro es el mismo juez que investigó a Lula y lo condenó en primera instancia, una sentencia que fue ratificada el pasado enero y que ha desembocado en su próximo ingreso en prisión. Todo el proceso contra el expresidente ha sido de una celeridad notable en la habitualmente lenta justicia brasileña. Y las mismas prisas van a marcar su ingreso en prisión.

Habían pasado apenas 17 horas desde que se conoció la decisión del STF cuando el juez, también con una rapidez sin precedentes, ordenó el encarcelamiento. Todo el mundo daba por hecho que la prisión era inminente, pero los plazos legales que se manejaban tendían a hacer pensar que sería, a lo sumo, la próxima semana.

Los abogados de Lula tenían derecho a presentar un recurso aclaratorio que les hubiese permitido ganar unos días; pero en el auto de prisión Moro rechaza esperar a ese trámite para evitar, según argumenta, que la defensa del expresidente persista en una estrategia que el juez califica de “patología dilatoria”.

La decisión de Moro sorprendió a Lula reunido en la sede del instituto que lleva su nombre, en São Paulo; poco después de conocer la noticia, abandonó el edificio y se dirigió a la sede del Sindicato de Metalúrgicos de la ciudad de São Bernardo do Campo, la organización donde forjó su carrera política.

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) podrá entregarse de forma voluntaria antes de las cinco de la tarde al juzgado de Moro, en la ciudad de Curitiba; quedaría provisionalmente detenido en la sede de la Superintencia de la Policía Federal, en una especie de sala reservada, “separado del resto de los presos”, resalta en su auto el juez, quien también advierte que “queda absolutamente vedado el uso de esposas”.

El destino final del que llegó a ser uno de los jefes de Estado más populares del planeta es la cárcel de Curitiba, donde encontrará otros políticos presos como el expresidente de la Cámara de Diputados (y eminencia gris tras el impeachment contra la sucesora de Lula, Dilma Rousseff), Eduardo Cunha.

Otra presencia que le puede resultar incómoda de reencontrarse es quien fuera su ministro de Hacienda, Antonio Palocci, un antiguo amigo que acabó prestándose a colaborar con Moro para formalizar la acusación contra el expresidente.

La sorpresa de la orden de prisión constituyó un nuevo sobresalto para los centenares de miles de brasileños que habían permanecido despiertos hasta casi la una de la madrugada a fin de seguir la sesión del STF que, después de casi 11 horas de debate, decidió denegar la solicitud de habeas corpus del expresidente.

Fue una decisión muy apretada, seis votos contra cinco. Más allá de las reacciones en la calle de los partidarios y detractores del líder del PT, concentrados en Brasilia en las cercanías del tribunal, las calles del país amanecieron este jueves como un día más, sin especiales agitaciones.

Pero al caer la noche llegó la decisión de Moro, y militantes del PT comenzaron a echarse a la calle y convocaron una vigilia nocturna frente al domicilio particular de su líder, en São Bernardo do Campo. En la larguísima sesión del STF no se examinaba el fondo del caso por el que Moro condenó a Lula, los hechos que sustentan la acusación de que el expresidente recibió un apartamento como soborno de una la constructora.

Se trataba solo de determinar si era pertinente su ingreso en prisión cuando la condena al expresidente, ratificada en segunda instancia, todavía no es firme. La discusión llegó al último momento con un empate entre los magistrados.

Unos argumentaban que esperar a la resolución final del proceso judicial prolongado durante años es una garantía de impunidad; otros esgrimían el derecho a la presunción de inocencia. Fue el voto de la presidenta del tribunal, Cármen Lúcia, el que deshizo el empate y señaló a Lula el camino de la prisión.

La inminente entrada en la cárcel de Lula saca de la carrera electoral al candidato que encabezaba holgadamente todas las encuestas, con una intención de voto de alrededor del 35%. Ahí están incluidos los grandes feudos del Nordeste, la región más pobre del país, donde el apoyo a Lula alcanza en algunas zonas proporciones de casi el 70%.

Todos los especialistas señalan que otro candidato del PT, con el apoyo de Lula, incluso desde la cárcel, podría retener una parte de ese voto, aunque de ninguna manera su totalidad, lo que abriría un hueco a ser explotado por cualquiera, no necesariamente desde el campo de la izquierda.

El PT siempre ha negado que tuviese un plan B para relevar a Lula, pero en privado dirigentes del partido manejan desde hace tiempo dos nombres, el exalcalde de São Paulo Fernando Haddad y el exgobernador de Bahía Jaques Wagner, este último con mayores posibilidades de retener los feudos del Nordeste.

Más difícil, aunque no imposible, sería adherirse a otra candidatura en la izquierda, como la de Ciro Gomes, exministro de Lula y líder del Partido Democrático Laborista. Gomes ya tiene por sí mismo un apoyo de un 7% y posibilidades de crecer en el Nordeste, de donde es originario. En el espectro del centro izquierda está además la eterna outsider Marina Silva, con un 10% en las encuestas, también exministra de Lula pero que está muy distanciada del PT.

Sin Lula, cobra fuerza el fantasma del ultraderechista Jair Bolsonaro, que con cerca de un 20%, pasaría a liderar las encuestas. No son pocos los analistas que opinan que el exmiltar Bolsonaro, aunque cuenta con una base firme, tiene pocas posibilidades de crecer. Pero en la sensación de caos que por momentos se apodera del país se mueve como nadie. Y cuenta con grandes apoyos en el Ejército, que en las últimas semanas ha dejado claro su interés por convertirse en un actor político.

Bolsonaro, homofóbico, machista y defensor de la tortura, se aprovecha también del páramo que reina en el centro derecha tradicional; el candidato con más posibilidades de reunir al establishment conservador, Geraldo Alckmin, gobernador de São Paulo, permanece estancado en un 7%.

Entre los grupos aliados al gobierno actual se han lanzado nombres como el del ministro de Hacienda, Henrique Meirelles y el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, aunque ninguno llega al 3%.

El propio presidente, Michel Temer, ha dicho ahora que se plantea presentarse, pero nadie se toma muy en serio esa candidatura, con unos índices de popularidad que no llegan ni al 5% y varios escándalos de corrupción llamando a su puerta.

Lo único seguro es que, sin Lula, todo parece posible en Brasil en los próximos meses. Y que a partir de este viernes, el expresidente pasará a engrosar la lista de políticos presidiarios del país.

(con información de Clarín y El País)

aml

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