viernes 19 abril 2024

Obtienen premio Nobel de Medicina los descubridores del gen del reloj biológico

por etcétera

Los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young se hicieron acreedores hoy al premio Nobel de Medicina 2017 “por sus descubrimientos de los mecanismos moleculares que controlan el ritmo circadiano”, conocido popularmente como el reloj biológico.

Según el jurado del Instituto Karolinska de Estocolmo, responsable de otorgar el premio, gracias en parte al trabajo de los hoy galardonados, sabemos que los seres vivos portan en sus células un reloj interno sincronizado con las rotaciones de 24 horas del planeta Tierra.

Muchos fenómenos biológicos, como el sueño, ocurren rítmicamente alrededor de la misma hora del día, gracias a este reloj interior. Su existencia fue sugerida hace siglos: en 1729, el astrónomo francés Jean-Jacques d’Ortous de Mairan observó el caso de las mimosas, unas plantas cuyas hojas se abren durante el día hacia la luz del Sol y se cierran al atardecer. El investigador descubrió que este ciclo se repetía incluso en una habitación a oscuras, lo que sugería la existencia de un mecanismo interno.

En 1971, Seymour Benzer y su estudiante Ronald Konopka, del Instituto de Tecnología de California, dieron un salto trascendental en la investigación: Indujeron mutaciones a moscas del vinagre en su descendencia con sustancias químicas. Algunas de estas nuevas moscas presentaban alteraciones en su ciclo normal de 24 horas. En unas era más corto y en otras era más largo, pero todas las perturbaciones se asociaban a mutaciones de un solo gen.

El descubrimiento podría haber merecido el Nobel, pero Benzer murió en 2007, a los 86 años, por una apoplejía. Y Konopka falleció en 2015, a los 68 años, de un ataque al corazón. El Nobel se lo han llevado Hall (Nueva York, 1945), Rosbash (Kansas City, 1944) y Young (Miami, 1949), que utilizaron más moscas en 1984 para aislar dicho gen, bautizado “periodo” y asociado al control del ritmo biológico normal.

Posteriormente, revelaron que ese gen y otros se autorregulan a través de sus propios productos (diferentes proteínas) generando oscilaciones de 24 horas. Fue “un cambio de paradigma”, en palabras del neurocientífico argentino Carlos Ibáñez, del Instituto Karolinska: Cada célula tenía un reloj interno autorregulado.

La comunidad científica ha constatado desde entonces la importancia de este mecanismo en la salud humana. Este reloj interior está implicado en la regulación del sueño, en la liberación de hormonas, en el comportamiento alimentario e incluso en la presión sanguínea y la temperatura corporal.

El síndrome del cambio rápido de zona horaria, más conocido como jet lag, es una muestra clara de la importancia de este reloj interno y de sus desajustes. El premio está dotado con nueve millones de coronas suecas (20.1 millones de pesos).

(Con informavión de El País)

aml

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