miércoles 24 abril 2024

Recomendamos: Fernando Savater: “Sería estupendo que España dejase a un lado el narcisismo de las pequeñas diferencias”

por etcétera

Su palabra resulta siempre estimulante. Vital, aguda, irónica, vehemente. Fernando Savater (San Sebastián, 1947) es uno de nuestros pensadores más lúcidos y, no a su pesar, también de los más provocativos. Su compromiso cívico –fue uno de los rostros más virulentos contra la banda terrorista ETA durante su época más siniestra, cuando alzar la voz suponía jugársela– derivó en la afiliación política a UPyD y fue uno de los primeros defensores de esa unión política con Ciudadanos que se vio fallida. Sus mentores filosóficos (Nietzsche, Cioran y Spinoza) lo sitúan en terreno de la crítica continua y, si hay que ponerse freudianos y matar al padre (en su caso, Agustín García Calvo), se hace. Con él hemos conversado sobre algunos de los asuntos que más preocupan a nuestro país.

Igual es un modo impertinente de comenzar nuestra conversación, pero ¿es cierto que envidias el epitafio del político alemán Willy Brandt, «se tomó la molestia»?

Es falso, no está puesto en su tumba, fui a la tumba de Willy Brandt, pero no pone nada más que su nombre [risas]. Parece que él dijo en algún momento que le gustaría esa frase como epitafio, al igual que el «perdone que no me levante» de Groucho Marx, que tampoco está escrito en su tumba. Sí aparece en la tumba del cómico W.C. Fields «preferiría estar en cualquier otro lado, aunque fuera Filadelfia». Pero, como epitafio, me parece estupendo el de Brandt.

Es que tú te has tomado la molestia.

Hace unos meses, veía en televisión la noticia de lo que sucedió en un avión en el que un bárbaro incalificable –por cierto, inglés, seguro que de los que apoyó el Brexit– se puso como una hidra cuando se le sentó al lado una señora de color. La noticia destacaba que la compañía, Ryanair, no hizo nada. ¡Pero tampoco el resto de los pasajeros! Si ese tipo llega a estar borracho y vomita, sube la policía y lo echan. En ese momento, nadie se tomó la molestia. La gente prefiere que la dejen en paz. Yo ya no sirvo para nada, pero cuando eras joven sentías que tenías que hacer algo frente a las situaciones de injusticia, sobre todo quienes hablábamos de ética y de valores políticos.

Siempre has conectado ese coraje cívico con la ética.

He intentado distinguir siempre la política de la ética. Cuando era joven, todo era política. La ética era una mariconez, como la canción de Mecano. Política era la literatura, el sexo… Después, la política cayó en descrédito y todo fue ética. Los políticos dicen que van a ser éticos, pero yo prefiero que sean buenos políticos. La política tiene sus propios valores. Imagínate que te subes a un avión que te trae de Buenos Aires y el piloto te dice que es muy ético, pero que no sabe pilotar muy bien. Pues mira, que me pongan un vicioso, pero que sepa llevar el avión.

Leyendo sobre el optimismo ilustrado de Pinker, te das cuenta de que tú eras un filósofo vitalista.

Pero con realismo. Hay cosas evidentes, como que, en nuestra época, comparada con el siglo III a. C., se vive bien, pero eso lo dijo Popper hace mucho. Eso no quiere decir que no tenga defectos, pero, si en este momento más o menos me encuentro bien, a pesar de mi artrosis, no puedo decirte que estoy agonizando. Eso es lo que dice Pinker: no que vivamos en un mundo perfecto, sino que es absurdo poner a este mundo como ejemplo de los horrores más complicados.

Antes de comenzar la entrevista comentabas que estás un tanto asustado por lo que pueda pasar en las elecciones de mayo, ante el éxtasis populista. Quizás eso tenga que ver con que la gente parece no percibir esos avances.

Eso puede que tenga que ver con la propia visión pesimista del mundo. Si te dicen constantemente que estás en el peor de los mundos posibles y que no hay nada que hacer para remediarlo, ¿qué otra opción hay más que darse a la bebida? Hay una milonga argentina que dice que la esperanza, a veces, son ganas de descansar, pero también la desesperación. Como todo está tan mal, no hago nada y me echo a dormir. Pero hay cosas muy valiosas que se pueden defender y otras que se pueden mejorar. El campo de intervención ciudadana es grande, porque las cosas no van a cambiar si la ciudadanía no interviene.

Están diciendo en las calles que no nos representan nuestros políticos.

Yo no protesto contra los políticos de Nueva Zelanda porque esos no me representan, los míos sí. Y los pago, además.

Vuelves a mezclar tu coraje con la implicación cívica.

Ser ciudadanos es una obligación, no un sustantivo. Lo pesado de la democracia es que se nos impone la carga de ser ciudadano porque, si no lo somos, hacemos ciudadanía mala. Los griegos tenían la palabra idiota para el tipo que, siendo ciudadano, quería vivir como si no lo fuera, porque no le gustan los partidos, porque está en desacuerdo con el mundo…

Se habla mucho de sociedad infantilizada. ¿Cuáles son los síntomas?

La afición de divertirse hasta morir. Ahora todo tiene que ser divertido o no cuenta. Las noticias de los periódicos no buscan tanto información veraz como divertimento, impactar al lector. Decía el poeta Eliot que los seres humanos aguantamos una cantidad limitada de realidad, así que ahora se nos asusta y se nos sorprende. Las noticias son eso: un susto, una sorpresa, una guarrada…

Y tú vives sin Twitter.

Al margen de mi voluntad, hay una cuenta de Twitter con mi nombre, que no sé quién la lleva, y copia fragmentos de mis libros, mis ideas… Eso revela cómo es este mundo: alguien que no eres tú puede usar tu nombre para abrir una cuenta en Twitter.

Las redes sociales, ¿son un espacio de libertad o de totalitarismo?

Pueden ser ambas cosas. La libertad la veo en otros campos, por ejemplo, en buscar información, porque las personas son libres cuando saben. Un tipo que dice bobadas no es libre. San Pablo lo dijo: «La verdad os hará libres». La verdad y el conocimiento de la verdad es lo que nos hace libres. Hoy en día, sobre todo lo que hay es gente que se toma libertades, más que gente libre. Tengo amigos que usaban las redes pero que han tenido que dejarlas. Al principio todo va bien, pero después llega la sarta de barbaridades que tienes que leer sobre ti. Parece que la gente que usa las redes, como las cartas de los lectores que publican los periódicos, no es la más sensata.

¿La aparición de nuevos partidos agrava nuestra tradición guerracivilista?

Las guerras civiles no se hacen porque uno quiera, sino que intervienen las circunstancias. Por eso considero importante que Europa no empeore. Europa no es un espacio ahora mismo que propicie las guerras civiles, salvando el este. Sería estupendo que España dejase a un lado el narcisismo de las pequeñas diferencias. Parece que esto viene de los godos, especialistas en fraccionar su poder. Si de las veinte cosas que digo, hay alguien que comparte diecinueve, crea un partido distinto para defender esa restante. No tiene lógica.

Nuestros políticos se han puesto de acuerdo, todos, en que la Filosofía tiene que ser obligatoria. Estarás satisfecho.

Lo hemos pedido mucho, hemos trabajado para que eso sea así. Yo estoy de acuerdo en que la Filosofía sea obligatoria, pero que la materia sea Filosofía. Si se convierte en autoayuda, o en un manual de guerrilla urbana como lo plantean algunos profesores podemitas, prefiero que no haya filosofía, porque eso es un engaño. La filosofía es filosofía, eso de que enseña a pensar es una tontería. La gente piensa y ya está. Hay gente que no ha estudiado y piensa divinamente.

Tú eres un gran defensor también de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que contempla una serie de coordenadas ilustradas.

Tenemos que recibir unas referencias. La democracia es un instrumento y hay que aprender a tocarlo. No comprarías un electrodoméstico sin folleto de instrucciones, pero parece que todos podemos ser demócratas sin pauta alguna.

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