viernes 19 abril 2024

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por etcétera

Ojo, primer spoiler: Bob Dylan no siempre dice la verdad. Segundo: Martin Scorsese tampoco. El propio Dylan lo reconoce en un momento de Rolling Thunder Revue, el documental estrenado este miércoles en Neftlix, donde Scorsese, el director, cuenta los entresijos de la irrepetible gira que llevó al músico a recorrer Estados Unidos a mediados de los setenta con una caravana de artistas de toda condición. “Cuando alguien lleva una máscara, te dice la verdad. Cuando no la lleva, es poco probable que la diga”, asegura Dylan frente a la cámara, sin máscara y con su característica mirada huidiza y su sonrisa pícara.

El esperado documental de Scorsese es una fabulosa mezcla de realidad y ficción. Las primeras imágenes no son de él, sino de un truco de magia de una película de Georges Méliès donde un mago hace desaparecer a una mujer. Scorsese está diciendo que todo lo que sigue será un truco muy elaborado. De hecho, mucha prensa ya ha caído en las trampas de este documental casi falso.

No es verdad que Sharon Stone, estupenda actriz, conociese a Dylan en mitad de la gira cuando era una adolescente. Ni que le colase en un concierto con su madre ni le tocase en el camerino al piano Just Like a Woman. Es una forma de Dylan y Scorsese de explicar cómo, a veces, funcionan las musas en el arte. Todas las fotos de ella y Dylan juntos son trucadas, como esa declaración del músico diciendo que “era muy guapa pero muy joven” cuando la conoció.

Tampoco es verdad que el músico asistiese a un concierto de Kiss en Queens porque la violinista Scarlet Rivera era la novia de uno de la banda. Es una forma absurda de explicar la inspiración de su peculiar máscara blanca durante la gira, sacada de una antigua película francesa y del teatro tradicional japonés. Tampoco el promotor Jim Gianopulos se hizo cargo de la gira ni existió el congresista Jack Tanner. Ambos sostienen el relato de que todo aquello fue una vocación artística y no una comercial o política. Pero la más chocante de las invenciones es Stefan van Dorp, el supuesto director que contrató Dylan para rodar un documental de la gira que nunca vio la luz. Realmente, ese material de este personaje interpretado por un cómico -y que es imprescindible para entender la riqueza visual de esta cinta de Netflix- forma parte de las imágenes que el músico captó para su película Renaldo y Clara, un filme que Scorsese nunca menciona en Rolling Thunder Revue.

Pero el trasfondo es realidad. En otoño de 1975, Dylan se lanzó a una de sus aventuras artísticas más fascinantes. Aquella gira sirvió para que el autor de Like a Rolling Stone recuperase el contacto con la carretera, pero de forma diferente al resto de estrellas del momento, cuando el paisaje estaba dominado por las bandas de estadios. Dylan montó un grupo itinerante, sin miembros fijos, con colaboradores esporádicos y sin apenas ensayos y recorrió Estados Unidos en autobuses improvisando sobre la marcha las actuaciones en pequeños aforos. La mayoría de los participantes no sabían ni dónde ni cuándo iban a tocar en conciertos que podían durar cuatro horas y eran baratos ya entonces: 7,5 dólares.

Más información: http://bit.ly/2KhtGIw

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