viernes 29 marzo 2024

#Editorial: La indisposición por los debates electorales

por Marco Levario Turcott

Ana Cecilia Rodarte

Los debates electorales son parte del intercambio público en las democracias porque dotan de elementos para que los ciudadanos decidan su voto (sobre todo quienes están indecisos) o al menos ese es su principal sentido. Pero los debates están supeditados al cálculo de los contendientes de acuerdo a cómo se ubican éstos en las encuestas y según su facilidad para desenvolverse en el intercambio de opiniones; por ello unos alientan tales encuentros y otros los desestiman o evaden. Es natural. De todos modos el intercambio entre ellos fluye en la esfera mediática, y tiene como protagonistas a los medios de comunicación y sus sesgos y relieves, con los que favorecen al candidato con quien simpatizan. En tal esfera podemos aludir al (muy) bajo nivel de ese intercambio pues mientras Ricardo Anaya asocia con los pantalones la disposición a tener un debate, Andrés Manuel Lopez Obrador lo esquiva porque su convocatoria es machista (cuando él no destaca por su feminismo); mientras, José Antonio Meade, en un tono retador le pide “entrarle” al debate al líder de Macuspana –y cada uno tiene a simpatizantes con esas posturas que poco o nada tienen que ver con la cultura democrática–; la baja calidad del debate político se adereza con encuestas que realmente no son encuestas, como la de SDP Noticias, sino instrumentos para la propaganda. Creo que esto también explica la gran franja de ciudadanos que se encuentran indecisos de su voto.

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