El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes dío a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Escritura y Lectura 2015. Entre estos hay varios datos que llaman la atención.
La mayoría de la población entre 12 y 29 años se entretiene viendo televisión, en tanto que la lectura ocupa la quinta actividad preferida para pasar el tiempo, lo cuál quiere decir que pese al auge de Internet la pantalla chica continúa siendo la principal fuente de solaz en el país, por encima de la convivencia con la familia o los amigos, ya no solo digamos que por arriba de la lectura misma.
Otro dato que llama la atención es que, en promedio, los mexicanos leen 5.3 libros al año aunque, entre ese número, 1.8 de éstos se leen por necesidad. Los libros más leidós pueden ser un bosquejo de la sociedad (siempre sobre la base de que las respuestas en este trabajo demoscópico fueron genuinas), de la doble moral y, quizá sobre todo, de las insuficiencias en materia educativa: la Biblia, Cincuenta sombras de Grey, Cien años de soledad, El principíto y Crepúsculo.
Más allá de que el gran libro de Gabriel García Márquez tiene una gran reputación pública, y de que por ello el título auxilie a la memoria de la persona encuestada igual que El principito, la tradición mexicana entre las máscaras y el fervor religioso sitúa a un libro más como un mito que como emblema de un hábito extendido (la lectura). La muy baja calidad de los otros títulos registró nuestro bajo nivel educativo y la ausencia de políticas públicas de fomento a la lectura. Ese es el principal consumo del 30% de la población que dijo leer cuatro libros o más al año (en tanto que un porcentaje similar no leyó un solo libro)
