Un empresario voraz no tiene parámetros éticos para orientar su labor, van contra su pretensión natural de acumular. Ricardo Salinas ha demostrado ese perfil durante más de veinte años y, ahora, en medio de la pandemia más devastadora que el mundo ha vivido, lo ratifica.
Desde los primeros días de marzo, Salinas Pliego alentó, usando las cámaras de Televisión Azteca, y con ello contravino a la ley a continuar las labores cotidianas para no detener la economía del país. Al ver que eso era insostenible, cuestionó las medidas de las autoridades y, otra vez, usó a la televisión y a su principal comunicador, Javier Alatorre, para convocar a la desobediencia civil. Luego se desdijo y lo demás es pura cháchara informativa. Lo central es que sus empresas continuaron trabajando al mismo tiempo que Azteca era favorecida por el gobierno con el mejor contrato de publicidad para difundir… medidas contra la pandemia del Covid-19. Incluso, dentro de sus espacios informativos alentó a la gente a asistir a la Central de Abastos, ahora, uno de los principales centros de contagio del país.
Las condiciones laborales de los empleados de Grupo Salinas son de alto riesgo, como varios medios han demostrado, el portal de etcétera entre ellos, e incluso ya se han dado fallecimientos y despidos, el empresario Ricardo Salinas Pliego no está dispuesto asumir pérdidas económicas aún frente al riesgo de pérdidas humana. Ahora, mientras se da a conocer que varias empresas del país, entre ellas Bimbo y Televisa, aportaron dos mil respiradores al sistema de salud, podemos afirmar que Grupo Salinas ha aportado a los contagiados y, entre ellos, a quién sabe cuántos fallecidos.
