viernes 29 marzo 2024

De la complacencia de varios sectores de la izquierda con el terrorismo

por etcétera

Amplias franjas de la izquierda en el mundo no incorporaron en su ideario y sus prácticas los valores de la democracia: el reconocimiento del otro en un contexto de intercambio plural, por ejemplo. Al contrario, al dibujarse para sí una historia entre buenos y malos, el otro que opina distinto siempre será el enemigo de la causa y, potencialmente, algo que debe destruirse. De ahí que ese tipo de izquierda primitiva, con una pretendida pureza inmarcesible, es capaz de identificarse con ópticas fundamentalistas, como las que sustentan el terrorismo. El director de Charlie Hebdo, Laurente “Riss” Sourisseau, señala que ellos ya están “acostumbrados a la complacencia repugnante de algunos sectores de la izquierda con el terrorismo islamista”.



No creemos que lo mejor sea acostumbrarnos a esas expresiones de la misera humana (que no sólo ocurren en esos flancos de izquierda sino en otros sectores de la derecha –los extremos se juntan). Pénsamos que en la democracia siempre valdrá la pena exhibir su inopia ética e intelectual, e incluso reírnos de los fanáticos: ellos tienen la superioridad moral (digo es un decir) y nosotros tenemos la música y los tragos, las ganas de salir de noche con quien sea y vestirnos como sea, tenemos el aliento hedonista y el derecho de las minorías que reposa en la democracia. Ellos tienen la postura que socaba al otro y nosotros tenemos el ímpetu de convivir siempre con quien piense y actúe distinto porque ese es el proyecto civilizatorio del ser humano: anteponer la razón a la superchería y la capacidad de construir con el otro frente a los intentos del fanatismo de aplastar al otro si no piensa como ese fanatismo quiere.

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