jueves 18 abril 2024

Especial de navidad: Cuentos para niños postmodernos – Los super poderes de Boris (II)

por Regina Freyman
II. Palabras en el estanque: que pasa si unes la palabra ventana con la palabra héroe.

Los super poderes de Boris

Para mí Boris es un héroe, su super poder es cambiar vidas ayudando a la gente a contar su historia de forma diferente. Logra hacer de un ser triste un humano feliz, de un trauma una aventura y de su propia vida una pasión ¿te preguntarás qué es un trauma? Te explico. ¿Has notado que la mente es perezosa y olvida mil cosas? A ver, intenta pensar qué has hecho todos los martes desde que naciste, o platícame el día de tu nacimiento ¡A verdad! Ahora te das cuenta, lamente sólo guarda aquellos eventos que le resultan impresionantes, fuera de lo común, ya sean dolorosos o muy placenteros, pero los dolorosos parecen dejar heridas profundas que nos hacen miedosos o vivir enojados. Recuerdos que nos mantienen prisioneros y no nos permiten ser héroes como Boris. Pero él, su nombre completo es Boris Cyrulnik, para que no te olvides cuento que Cyrulnik quiere decir barbero en ucraniano. Te voy a contar cómo es que llego Boris a ganar este super poder.

Durante la segunda Guerra Mundial, Boris quedó  huérfano, nació en  Francia,  su familia era de origen judío, algo muy peligroso durante la segunda Guerra, porque un hombre abominable, Adolfo Hitler, odiaba a todos los judíos. Su historia es increíble, a los  7 años consiguió escapar de campo de concentración, algo peor que una cárcel. Lo hizo a través del ventanal que había en una antigua sinagoga adaptada como granero.

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Sus padres habían sido separados de él, llevados a Auschwitz (el peor de los campos de concentración)  y asesinados por el gobierno Nazi. Su madre pidió a una familia que lo cuidara con la esperanza de salir viva de su desgracia. Desafortunadamente, uno de los amigos de la familia que lo adoptó lo delató, Un informante recibía en esa época el equivalente a mil pesos por denunciar a un judío común y cerca de 7 mil pesos por alguien importante. Así que la ambición condujo a la traición.

El niño fue llevado, al igual que sus padres, a un campo de concentración. Boris  pensó ¿Quiénes son estos hombres tan raros que llevan lentes oscuros al anochecer? ¿Cómo pueden ser personas serías si creen que un niño de 7 años es peligroso?

Para Boris, vivir en ese lugar no era tan terrible, le buscaba el chiste a todo y esperaba con ilusión e cada tarde, después de su trabajo, le regalaban a todos los niños una lata de leche condensada que endulzaba su tarde. Pero no creas que su vida era fácil, la pasaba trabajando y nadie le daba siquiera una palmada de afecto.

Una tarde, el chico trepó con cautela por una de las paredes del templo y se escondió en el techo por varios días. Una mañana que no vio a nadie por ahí, salió corriendo, de pronto encontró una ambulancia que llevaba consigo a una reclusa presumiblemente moribunda, el niño quedó petrificado. La enfermera nazi, una chica rubia de hermosa mirada, sintió piedad por el niño y le dijo que se escondiera bajo la camilla de la enferma. Viajaron por un rato y llegaron a una colonia alemana, una ciudad en ruinas ocupada por los nazis y ahí fue donde se quedó. Sobrevivió en ese entorno hostil trabajando eventualmente para pequeñas granjas, cantando por las calles y vendiendo cigarrillos a los alemanes. Enseguida aprendió a presentir el peligro y a dormir en sótanos, ruinas o cementerios. Otros niños igual que él, murieron o volvieron a ser detenidos, pero los que salieron adelante hablan riéndose de su travesía por aquel infierno helado, como si les hubieran tomado el pelo a sus perseguidores. Están orgullosos de haber sobrevivido.

Mucho tiempo después, fue adoptado. Al concluir la guerra, cuando intentó contarle a la gente lo que le había sucedido, nadie le creían ni querían escucharlo. “Nueve de cada 10 niños judíos fueron asesinados en esa época. Era difícil decir esas cosas, me hacía sentir como un monstruo”. Me dijo un día Boris.

Lo cierto es que se sentía como un hombre doble, por un lado era un chico normal con amigos que  jugaba al fútbol. Y por otra parte, sufría sin poder contar su triste historia. Cyrulnik creció e inspirado por su propia historia estudió medicina y luego se volvió  psicoanalista. Se dio cuenta de que podía aplicar su propia experiencia a la de otras personas. “Me convertí en médico porque me dolía mucho escuchar a los adultos decir que había niños por los que no tenía sentido preocuparse, eran considerados un caso perdido”. Me dijo en otra ocasión.

Así que se dedicó a estudiar a los animales, su comportamiento y cómo se relacionaban entre sí, algo que se llama  “etología”. Sus estudios los usó para estudiar a los hombres, especialmente a los niños. Descubrió que el amor de una figura adulta ayuda a un niño herido a sanar por medio de contarse una mejor historia. A eso se le llama resiliencia. ¿Has visto el mercurio? Es es metal que usan los dentistas para tapar muelas y que es como un líquido que se adapta a cualquier recipiente.

Pues eso es la resiliencia, la capacidad de adaptarse a una historia, como el mercurio, sin ponerse duro, o difícil, como te dije antes, es la posibilidad de contar la historia de forma amable, sin entristecerte o traumarte, entendiendo que aprendemos de toda situación que vivimos, aunque sea triste o duela.

Boris descubrió que para lograr eso, el super poder de la resiliencia, se necesita de un mentor, sí adivinaste, como Hagrid o Merlín, como el hada de Cenicienta o tu abuela que es tan cariñosa.”Esta figura puede ser un hombre o una mujer. Los hombres son muy buenas madres, en serio”, dice, con una sonrisa nuestro amigo Boris.

Cyrulnik comenzó a desarrollar sus teorías sobre la resiliencia, que desde entonces ha llevado a todo el mundo, especialmente a las zonas de guerra y conflicto. Ha trabajado en orfanatos en Rumania, con niños soldados en Colombia y con víctimas de genocidio en Ruanda.

Así que si tú sientes que tienes un problema, busca el cariño de un maestro, de una tía , de tu mamá o papá y teje para ti una buena historia, pregúntate ¿Qué aprendí de este suceso? ¿Cómo logré salir adelante?   Ponte la capa de la resiliencia y serás tan poderoso como Boris. Sólo necesitas un lápiz, tu imaginación y la fuerza del ánimo para entender que siempre, siempre puedes aprender algo nuevo.

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