¿En donde se me habrá extraviado
la vieja manía de andar al revés?
A veces creo que se me quedó
en algún parque de Buenos Aires,
que lo tiré a la basura sin darme cuenta
en algún cesto de Bogotá.
Ya he buscado en todos lados,
he dejado irreconocible la biblioteca
y destruido mis monumentos
para ver si bajo algún libro está;
por todas las veredas que camino
estoy atento por si la veo
riendo en algún café o
tomando el sol en el balcón de algún edificio,
pero, por más que busco no le hallo.
Comienzo a creer que en esta ocasión
marchó como se marchan los héroes
del vino tinto,
como se marchan los aventureros del tiempo: consciente de que no va a volver.