Este es un tipo rudo a quien le resulta más fácil ganar aplausos que votos en las urnas. Sí, es un tipo rudo pero no con todos –no come lumbre, es astuto– sino sólo con quienes le reditúan reconocimiento por su valor para enfrentarse a los malos. Es un político de esos que dividen al mundo entre el bien y el mal y él se sitúa, naturalmente, dentro de la liga de la justicia. El héroe habla bien y tiene imposturas que le permiten proyectarse. Eso es lo que importa, que el tipo se proyecte con esa diatriba guerrera, oratoria, y por ello, aunque buena parte de su vida ha sido legislador, nunca en su carrera ha tejido un acuerdo parlamentario. No exagero y como dije antes gana aplausos no votos: ha sido senador y diputado, diputado y senador por la vía de la representación proporcional; también fue candidato a gobernador y, desde luego perdió. No obstante, el héroe vive bien y con buena reputación hay que decirlo, entre los jovencitos que apenas empiezan su carrera en la lucha contra el mal y entre los medios y los periodistas alineados al mismo bando, al bando de Slim, para mirar y denunciar el monopolio ajeno y agachar la cabeza frente al monopolio que los alienta. Así por supuesto es más fácil ser valiente cuando se recibe el apoyo de uno de los hombres más ricos del mundo. Por eso el tipo jamás habla de Telmex ni Telcel y menos de la violación a la ley en la que incurrió una de esas empresas al aliarse con Dish; su público, porque él piensa en eso, en público, es el que sólo critica a la odiada televisora, empresa a la que, por cierto, le debe mucho dinero por contratos de publicidad que él promovió para promover su candidatura en Chihuahua. No era difícil prever que volvería a buscar el cargo en ese estado y ya lo hizo, pero no crean que lo hace por él, no, no, no, lo hace por la socieddad chihuahuenseee (entonen así la voz: dura y con el dedo índice derecho en todo lo alto). Ese tipo profundamente conservador retoma ese esfuerzo desinteresado por la sociedad (aplausos y sollozos de emoción) para seguir luchando contra los malos con su espada flamígera.No interesa que defienda aquellos privilegios multimillonarios construidos a costa de los usuarios de la telefonía mexicanos, no importa que jamás, jamás, hubiera defendido a las radios comunitarias ni importa que rechace la legalización de la mariguana, los derechos dentro de la diversidad sexual o la despenalización del aborto. Lo que importa es que Javier Corral es un tipo duro, un héroe, que diario se sacritica por la sociedad mexicana. ¿O no?
