jueves 18 abril 2024

Author: Vania Maldonado

Príncipes y princesas

Cada tercer día era la cita, se veían exactamente a la hora convenida. Mariana siempre tenía un nudo en el estómago cuando veía el punto azul que la esperaba. Se

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El que busca, encuentra

Mi cuerpo yace tendido junto a un arroyo; hay demasiada vegetación, flores, hierba. El agua me atraviesa, moja mis muslos, la tierra se amolda a mis pies. La mitad de

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El vigilante

Soledad vivía sola. Siempre le agradó la sensación de no tener a nadie cerca. Eran ella, sus hábitos, horarios y su territorio convertido en fortaleza. Entre ventanas selladas, cortinajes pesados

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El elegido

Natalio vivía desde hace años en una casa muy grande. Todos los días eran iguales al frío que lo hacía acurrucarse y abrazarse a sí mismo cada noche. La naturaleza

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El llanto del nahual

Viernes por la tarde, caluroso con un viento que agita los árboles. Julio caminaba a su casa, quizá el tedio de los eternos reclamos de su novia hacían lentos sus

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Rap: mi límite es el cielo

La vida no trae instructivo. No contamos con los obstáculos o los cambios en el camino. Aún así, ¿alguna vez han tenido un sueño? Conocí al Homie y sus amigos,

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La farsa de Larry Mont

Larry Mont era el apodo de Eleuterio Montealbán, un hombre repulsivo. Alto, de piel blanca, nariz an-cha, labios gruesos y resecos, mirada lasciva. Vestía, eso sí, trajes y camisas impecables.

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Departamento 35 A

Era una tarde cálida. Una chiquilla vestida de azul jugaba sola en la calle, corría de un lado a otro con los brazos extendidos y la cabeza que volteaba hacia

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Abajo de mi cama

Estoy sentada en la jardinera. Frente a mí juegan unos niños. Me recuerdo a su edad, vestida de muñeca, blanca palomita con voz estridente que gustaba del desastre, pero llena

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Cholos: la ley del barrio

Es la ley del barrio uno tres, lo que vivo a diario, como ves, andamos bien locos sondeados, cholas y cholos puros mexicanos. Se raparon el coco y se pusieron

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El dolor se quita con tinta

Cuando despertó le dolía el alma y la solución era el alcohol. El dolor de cabeza era insoportable, tenía la boca seca y los ojos le ardían. Se escondió del

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Diosas del hentai

Mileena se ocultaba el rostro con un pañuelo, tenía dientes afilados y prefería no mostrarlos. Iba sin rumbo por la calle, no podía detenerse. Eran sus acostumbradas caminatas rápidas por

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Las letras y sus demonios

“Soy un ave que canta muy feliz”. Esas fueron las primeras palabras que escribí a la edad de seis años. Paradójicamente, el universo de mis letras oscureció poco a poco

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Dos mujeres bellas

Victoria abrió los ojos. Tenía el cabello alborotado y un pijama holgado de niña. Se miró en el espejo, se observó. A veces se preguntaba cómo una mujer bella podía

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