viernes 29 marzo 2024

Miguel Ángel Bastenier

por Marco Levario Turcott

Murió hoy un maestro del periodismo; de cáncer en el riñón a los 76 años; Miguel Ángel Bastenier no será hoy viral en las redes sociales, es decir, esta vez legiones no lamentarán el fallecimiento al grado ese con que su histrionismo caso les lleva a decir, entre guasa y veras, "llévame a mí". Pocos colegas lo van a evocar y ello no será solo por la ignorancia que campea en buena parte de ellos tan implacables con la orfandad intelectual y cultural de los demás. No. Será porque Bastenier era un maestro del idioma y de la técnica periodística, y esa no es cosa menor ni de nostalgia de viejos, es cosa de la ética y el profesionalismo, la que evita condicionantes y adjetivos y se concentra en el dato preciso y su concatenación rigurosa para registrar los hechos y contribuir con las audiencias a comprender sus razones y sus efectos, no a confundir ese registro con la intencionalidad militante del periodista; poco será recordado en México porque poco también fue socorrido Bastenier cuando estuvo en vida; cito de memoria: a menudo el periodista que lucha por un mundo mejor deja de hacer periodismo, decía con frecuencia el maestro y creo que tiene razón: el periodista que lucha por un mundo mejor convierte la opinión en proclama y el hecho en profecía cuando no llega a distorsionarlo o inventarlo incluso por el bien de la causa.


Miguel Ángel Bastenier comenzó su carrera muy joven e incurrió por todos los vericuetos que marca la profesión y que ordena en forma de géneros; los abarcó todos, en diferentes latitudes y circunstancias, como reportero, articulista y ensayista y también como directivo. Siempre activo, sus exposiciones intensas en clase las mostró también en las redes sociales digitales, y ahí fustigó al periodista que hace del boletín la oferta para congraciarse con el poderoso o el que hace de la proclama la otra oferta para congraciarse con el poder opositor y el gran público que no le exige mayor calidad informativa sino ser perseverante en favor de la causa. Y en esas lides el periodista Bastenier proponía, a veces exigía, volver a lo básico de nuestra profesión, al registro del hecho y su contextos, a la respuesta de las preguntas básicas al redactar una noticias, porque aunque hablada eso exige, orden en el pensamiento para que la comunicación sea clara.


Hoy murió Bastenier. Su rostro no estará retratado en el duelo de miles de usuarios ni su ausencia será el desconsuelo de otros tantos. Su ausencia, es curioso, estará presente no solo entre los estudiantes o colegas que desconocen quién es, quién fue este hombre, sino también en muchos que sí lo saben y que día con día empañan al periodismo con la difusión de rumores o especulaciones como si fuera información, y ejerciendo la suspicacia ya no solo como herramienta sino como un derecho para comunicar.


Hoy murió un maestro del periodismo, un icono de esos permanentes para el ejercicio de la profesión y un acicate ético y profesional para no extraviar el rumbo del rigor y el impulso al debate sobre cómo mejorar el periodismo que no es, de ninguna manera, el mejor oficio del mundo, esa constatación solo refiere a la soberbia: es uno más, entre decenas de profesiones que al mundo le dan dinamismo y que, como una más, esa profesión comprende o debe comprender la autocrítica. Al leer y releer a Miguel Ángel Bastenier, los periodistas tenemos esa enorme oportunidad, la de ejercer la autocrítica.

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