jueves 28 marzo 2024

Kundera, una invitación al humor para la vida y para cuando esté por terminar

por Marco Levario Turcott

Este texto fue publicado originalmente el 10 de septiembre de 2014, lo abrimos de manera temporal dada su relevancia periodística.



 


Milán Kundera es la impronta literaria de los anhelos de cientos de miles de jóvenes del orbe desde los sesentas hasta poco después del fin de la llamada guerra fría. Es la apuesta por el comunismo y el drama de su significado práctico en Europa, es decir, es la ilusión y el corazón desguazado por el camarada del partido que no aceptaba la diferencia o que a esta la entendía como algún mal orgánico sino es que como el abandono de las convicciones que se han vendido al enemigo.


Esa coincidencia con Kundera es por eso pero no solo, también lo es por su trayectoria de vida que se dedicó a cualquier cosa para perseguir sus afanes libertarios, y tocando el jazz en el piano como lo hizo magistralmente su padre, abocetó la falibilidad humana para colocar en el centro de esa falibilidad a los placeres. Para disfrutarlos el escritor nos ofreció las gafas del humor y así comprendimos los efectos malévolos de una broma inocente, la expresión de un gran literato a nombre de perro, la elección de tres mujeres en vez de una más bellas para así conseguir a más mujeres bellas; con el azote del recuerdo, nos llamo a la risa para anotar las consecuencias de un régimen que descuartiza el ánimo y ensombrece la alegría.


Creo que en "La fiesta de la insignificancia" Milán Kundera rubrica su visión de la vida. Aunque asiento que se retiró prematuramente y que regresó tardíamente, veo ahí el trayecto de su vida y me reflejo junto a millones: a final de cuentas la vida apenas como una pluma de ganso perceptible, que surca el horizonte del techo de nuestras vidas. Y nada más por eso, vale la pena hacer fiesta por el reciente libro del escritor.

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