jueves 18 abril 2024

Periodistas internacionales en transición: Diana Anabell, excorresponsal de El Universal y Reforma.

por etcétera

“Durante la mayor parte de la historia, ‘Anónimo’ fue una mujer”.

(Virginia Woolf)

Con su periodismo incisivo y poderosa prosa, Diana Anabell Mendoza se convirtió en protagonista de la historia del siglo XX y del inicio del siglo XXI, al narrar la caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS y los ataques a las torres gemelas de Nueva York.

Antes de la era del internet, cuando todavía se redactaba en máquina de escribir, Diana Anabell se preparó a conciencia y llegó a dominar 7 idiomas.

Ejerció el periodismo con testimonios en primera persona, como lo hace un protagonista, no un testigo de la historia.

“Y creo que eso es lo que me pesa más de estar aquí: la desolación moral, la ruptura de valores, así como el caos y la anarquía en que la extinta URSS avanza un paso y da dos o tres hacia atrás. Estoy cansada. Más que física, psicológicamente. A veces me entra la desesperación y quisiera tomar el siguiente avión a México, olvidándome de esta pesadilla, pero luego me retracto al recordar mi compromiso aquí”.

La carta que Diana Anabell Mendoza escribió al director de la revista Época, era la narración de su experiencia en un país en ruptura o transformación. La periodista mexicana era quien mejor podía transmitir el pulso un país en desintegración.

Procedente de la cultura del esfuerzo, la corresponsal de El Universal, Reforma, El Sol de México y Monitor de Radio Red, logró sacudirse la misoginia y el acoso sexual y laboral, gracias a su capacidad para ejercer el periodismo en cualquier región del mundo.

Así, pudo prever la caída del muro de Berlín, reportear en los restos de las torres gemelas de Nueva York y confrontar algo tan humano y doloroso, como una extracción de muela sin anestesia en el invierno de Moscú.

“Mi cuerpo se convulsiona, y la pieza molar se resiste, pese a la fuerza del jaloneo, hay un sonido que no es mi voz, ni llanto, sino un sonido gutural, sino un sonido de las entrañas en el límite del dolor… Los músculos se tensan, un sudor frío cubre mis sienes, y mi frente, mientras un escalofrío recorre mi espina dorsal”.

Su romance con el periodismo inició a la edad de 17 años. Abrevó de la incansable lucha de su padre contra la corrupción y de la generosidad de su madre, reponiéndose siempre de los golpes de la vida.

Una mexicana con visa de periodista aprobada en Grecia para entrar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) quedó varada por la extinción del emporio socialista que se convirtió en Rusia, no es guion de película, podría serlo, pero es parte de la vida profesional de Diana Anabell Mendoza.

Durante la cobertura del primer vuelo transatlántico de Lufthansa “olfateó” la verdadera noticia: se cumplían 40 años del fin de la Segunda Guerra Mundial y Alemania sería visitada por los entonces mandatarios Mijaíl Gorbachov de la URSS y George Bush de Estados Unidos.

Regresó a México, solicitó ser enviada para cubrir los acontecimientos, lo logró y el fruto fueron 16 reportajes especiales publicados en primera plana, entre ellos, el intento del gobierno mexicano encabezado por Carlos Salinas de vender Petróleos Mexicanos.

“Su primer descalabro de cobertura internacional” fue cuando el agregado de prensa de la embajada de Alemania negó apoyo para conseguir las entrevistas. Por eso no le impidió abordar en sus textos la caída del Muro de Berlín o el fin de la Guerra Fría plasmando lo que definió como “la historia en su proceso de creación”.

En respuesta a ¿dónde fue más difícil el ejercicio periodístico? expuso que en Rusia, ya que además de la dificultad que representó estar como reportera al mismo tiempo que se extinguía la URSS, convivió con una sociedad en caos donde difícilmente conseguía los suministros para subsistir.

No ha sido la única dificultad, denunció cómo a lo largo de su trayectoria enfrentó acoso sexual en México, Grecia y Rusia además de represiones laborales por ser mujer o por no ceder a los deseos de lujuria de sus superiores.

Justicia social: algo por qué luchar.

Letrada desde antes de comenzar la primaria y encantada en su infancia por “Corazón de un Libro” resalta que la mayor influencia para convertirse en periodista fueron sus padres, en primer orden su mamá quien, a pesar de haber sido objeto de abuso en su infancia, se convirtió en una persona amorosa y generosa con personas vulnerables.

Testiga de cómo su papá desmanteló una red de corrupción en CONASUPO, aprendió de él a luchar por causas sociales, por eso se convirtió en periodista “para darle voz a quienes no pueden tenerla” y llamó al gremio a no dejarse censurar ni autocensurarse porque “la justicia social es algo por lo que luchas como ser humano” resaltó.

El camino para que las mujeres lograran vencer los prejuicios que las rodeaban y poder participar activamente en una profesión como el periodismo, ha estado lleno de obstáculos.


Periodistas internacionales en transición. De la máquina de escribir al lenguaje digital

Obligados por la irrupción de los contenidos digitales, los cierres de corresponsalías y cambios en la oferta de contenidos, los periodistas internacionales han transformado su forma de trabajar.

Las agencias o grandes periódicos de México y de muchos países han reducido el número de personas empleadas como corresponsales internacionales.

¿Cómo se han reinventado los periodistas y productores de contenido audiovisual en esta transición?

Es algo que exploramos en esta publicación los alumnos de la Maestría en comunicación periodística y sus nuevas tecnologías de la Universidad de la Comunicación.

La serie Periodistas internacionales en transición. De la máquina de escribir al lenguaje digital consta de tres entregas y es autoría de Tania Correa, Alfredo García, Jorge A. González, Alex Guajardo y José Emiliano Montiel, con la coordinación de Guillermo López Portillo.

El trabajo gráfico es de Alexa Chávez y la edición de video de Roberto Díaz. 

La historia de Diana Anabell Mendoza es la segunda entrega.

 

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