viernes 29 marzo 2024

Marilyn Monroe, un alma rebelde

por Marco Levario Turcott

Este artículo fue publicado originalmente el 8 de agosto de 2015


 

Nadie puede desentrañar el misterio de la eternidad de esa impronta llamada Marilyn Monroe aunque siempre me ha gustado bordar la idea de que esa trascendencia se explica, también, por el impacto que sintió Norma Jeane Baker al mirar frente al espejo aquel nuevo delineador de pestañas o ese lunar inquieto al que sus diseñadores no le hallaban acomodo, además del nuevo rubio platinado. “¡Esta no soy yo!”, dijo Norma según la versión de buena parte de sus biógrafos.

Y no lo era en efecto. Aquel arquetipo que la joven tenía frente a sí no era hija de una mujer enferma de sus facultades mentales, ni ella misma era la chica que debió casarse para no ir al orfanato ni era la joven que apenas hacía tan poco trabajaba en una fábrica, en todo caso lo más parecido a esa imagen plástica que tenía frente al espejo era cuando modeló para varias revistas. Me gusta hilvanar la idea, repito, de que en ese momento es cuando Norma le dio sentido a la muñeca en que la transformaron (por lo menos se sometió a 20 operaciones quirúrgicas): la impregnó de ese candor ingenuo y esa franqueza inteligente que derribó la doble moral de la industria del cine representada en Hollywood, se rió de esa fábrica de sueños y la denunció también, vale decir, Marilyn exhibió la impudicia de ese industria cultural aun cuando, simultáneamente, ella misma fue uno de sus productos.

“Almas rebeldes” podría ser la película más elocuente de esa sujeción que al mismo tiempo le dio la oportunidad de insubordinarse. Ya se sabe que la actriz debió filmar esa cinta debido al contrato que lo ordenaba aunque a ella le disgustara el guión por lo anodino, y Marilyn era de sentimientos intensos por lo que debió ingresar a un hospital psiquiátrico por la profunda depresión que le causó el filme. Era una alma rebelde, una Norma inteligente que se burlaba de la diosa a lado de escritores o deportistas famosos sino es que incluso de estadistas, es decir, también fue una mujer entregada que no reparó en la reputación de la estrella. Por eso para mi permanece Marirlyn por siempre, porque ahí veo a una mujer que siempre quiso ser ella misma y que prefirió morir cuando sintió que había perdido esa lucha.

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