jueves 28 marzo 2024

“1968 no fue un movimiento político”

por Máximo Sánchez Moreno

Marcelino Perelló, militante activo del Partido Comunista en los años 60 (años “libertarios”, de “irreverencia”, “subversivos”) dice ahora: “pienso que ya no existen Campas ni Vallejos que liberar”. Y diagnostica: “si la relación entre gobernantes y gobernados, entre señores y siervos ha cambiado es más por el desfallecimiento de la fuerza se oposición que por la tolerancia del régimen”. En opinión de Perelló “el 68 afectó a las estructuras políticas de la revolución institucional, a las URSS, a los países socialistas, a China y a los partidos políticos tradicionales: si el poder no se cayó en el 68, lo que si se cayó fueron los partidos comunistas, que en todo el mundo fueron rebasados. Como institutos políticos por más opositores que fueran no pudieron resistir la crítica que el 68 les dirigió a ellos también”. Así expresa Marcelino Perelló, la idea del 68 como una “historia de alegría colectiva, en contra de esas visiones necrofílicas, por que el 68 fue ante todo una fiesta de la libertad, y la herencia del 68 pasa por hacerles entender a los jóvenes de hoy que si no hacen un 68, ellos se los pierden, son ellos los que renuncian a esa fiesta incomparable”. Entrevista: Máximo Sánchez Moreno.

¿De qué manera se inscribe el 68 en la cultura política contemporánea?

En primer lugar saldría, al paso a esta lectura política del 68, porque el 68 es, ante todo, un fenómeno cultural que se inscribe de manera muy señalada en la historia de la cultura y del pensamiento del siglo XX; y que en cambio sus significaciones políticas son mínimas, poco significativas y esto sería, más conveniente que hablar del 68, hablar de los 60,de lo que representaron. No sólo posibilitaron al 68, si no que son los que realmente representan un acontecimiento significativo de la cultura del siglo XX. Los 60 son un fenómeno largo en el tiempo, un fenómeno que yo inscribiría, para ponerles cotas, desde le triunfo de la revolución cubana, el primero de enero de 1959, hasta la muerte de Allende, el 11 de septiembre de 1973. Yo diría que esos son los 60, un periodo excepcional y que parece no tener continuidad.

¿Cuáles fueron los comprobantes de ese movimiento mundial, protagonizado por los jóvenes especialmente por los estudiantes?

Los que estábamos en la Universidad en aquellos tiempos habíamos nacido al final de la Segunda Guerra Mundial y en esa medida éramos la primera generación de los existencialistas 30 años antes.

En el caso del 68 fue intolerante. El problema de la intolerancia no era solamente en México en ese momento, además tampoco es una 9intolerancia pasajera ni local. Esa misma intolerancia mostraron los franceses, los alemanes y los gringos, no sé si también los italianos, lo que pasa es que la intolerancia cobra formas locales. 2 de octubre sólo hubo en México, no hubo en otros lugares.

Sin embargo, la intolerancia frente a la subversión fue la misma, el poder no puede digerir movimientos con ese carácter iconoclasta, subversivo e irreverente de los 60, y en particular del 68. Yo diría que lo que maraca el 68 es precisamente su irreverencia, su subversión y en ese momento, como me dijo Aguirre Palancares durante el 68 en una entrevista que tuve con él: ¿por qué el 2 de octubre?, y Aguirre, que todavía vive, era una de las personas más cercanas a Díaz Ordaz dijo: “Marcelino, no hay gobierno en el mundo que aguante otras dos manifestaciones como las que ustedes hacen, se están dirigiendo contra el meollo de la estructura misma, en ese sentido es, para el poder, para cualquier poder, intolerante”.

¿Esto ha cambiado?

En México creo que no demasiado, contra lo que varios grupos de opinión puedan pensar . El 68 no logró la estructura del poder ni siquiera sé si la estructura del poder es modificable, si hay poderes en diferentes formas, más allá de los estilos, más allá de la dictadura o de la democracia, que finalmente para mí, lo he dicho muchas veces, no son más que dos problemas de estilo de ejercicio del poder.

¿Tú asegurarías que el 68 trastocó o influyo en la política, en México?

Si lo trastocó, lo resquebrajó, lo traumatizó y las reformas políticas en consecuencia se vieron trastornadas. Lo que sostengo es que no es esa su significación principal y que las heridas que el 68 provocó en la estructura del poder no afectaron su estructura. Los gobiernos que siguieron en México al de Díaz Ordaz fueron igualmente autoritarios. Los tres puntos principales del movimiento estudiantil de 1968 fueron: libertad de los presos políticos destacados, el artículo 145 ya lo derogaron y no se procesa a nadie por delitos de opinión y a los granaderos los tienen enjaulados, en un papel que ya no llega ni a simbólico actualmente.

Pero esto no es tanto porque el poder se haya modificado, en el sentido de un poder que quiere exorcizar la culpa que se expió. Si ya no hay presos políticos es más porque ya no hay disidentes que merezcan esa condición, que porque le gobierno se más tolerante. Creo que o hay presos políticos porque ya no hay Campas ni Vallejos; si el gobierno quisiera tener presos políticos se vería en problemas porque la subversión se acabó, la revolución se acabó. Entonces, si la relación entre gobernantes, entre señores y siervos ha cambiado, es más por el desfallecimiento de las fuerzas de oposición que por la tolerancia del régimen.

El 68 a la cola de un largo periodo de desarrollo económico en México. Nada justifica la masacre, pero ¿pudieron ser otros los resultados?

No creo que hubiera haber otro final en términos generales, no se hubiera evitar la intolerancia del régimen. La prueba más contundente de que las cosas no podrían acabar de otra manera es que acabaron así en todo el mundo con estilos distintos, lo mismo Francia que en Alemania, o que en Brasil.

Por supuesto la utilización brutal de la fuerza que se dio en México no la hubo en otros lugares. Pero esos son problemas de estilo, y creo que es un error centrar al 68 en lo que sucedió en el 2 de octubre.

¿Quiénes fueron los protagonistas del 2 de octubre?

El gobierno, el ejército y la policía que lo recuerden ellos, fue su único día de triunfo durante los seis meses que duró; llevaron conflicto al único terreno en el que podían ganarlo, que es el terreno militar, entonces que lo celebren ellos, que hagan ellos como los gringos su estatua al soldado muerto en Tlatelolco. Nosotros tenemos muchas otras fechas, otros muchos momentos significativos que recordar y en los cuales existir. Yo no creo que alguien haya planeado lo que sucedió en Tlatelolco, no creo en esta versión maniquea y simplificadora. Me parece que estaba organizada una represión masiva en la que se planeaba arrestar a la mayoría de los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga y les salió mal y se les complicó la cosa. Si la represión se desembocó por parte del régimen, entre otros aspectos, se debió se debió al carácter subversivo del movimiento, y la ausencia de recursos políticos del régimen. Pienso que esa ausencia de recursos es más grave ahora que entonces , lo que sucede es que no tiene que enfrentarse , como decía hace un momento, a dificultades políticas tan graves.

¿Qué hay que destacar del 68?

La herencia del 68 no puede ser ejecutada,no puede ser disfrutada. Yo creo que es una herencia pendiente y lo que predomina ahora es el miedo que el 68 provocó.

¿Todavía?

Yo creo que el mundo de los 60 y de los 80 es un mundo más parecido a los 50. Estoy convencido de que la sociedad sufrió una retracción, hubo un aumento de los miedos, en plural, individuales y colectivos e imposibilidad de enfrentarse al poder , esta vez con mayúscula. Ese miedo es una parálisis, es una especie de cruda, de resaca general.

Otro es la dificultad de inferir los 60 en el pensamiento y en el transcurso de la historia, hay ahí un rompimiento, más que un parteaguas, es la palabra que se ha puesto de moda, hay una falla y una solución de continuidad no ha sido digerida.

Qué destacar de esos años. Hay que desatacar la profunda convicción de que uno pueda romper los márgenes estrechos de sus intereses individuales, mezquinos, y que existe la posibilitad de grandes intereses colectivos, del surgimiento de un ser colectivo que el Estado y su demagogia no pueden dar. Ese ser colectivo es el que gritaba por paseo de la Reforma: “Por el pueblo, contra el gobierno”, presos políticos libertad”, o “únete pueblo”, ese ser colectivo, el sentimiento de formar uno con los demás, es una de las lecciones más apasionantes y que todavía no ha podido florecer; en otra palabras considero que el 68 fue fundamentalmente un movimiento libertario.

La gran lección de los 60, y del 68 en particular, es que el pensamiento libertario es vigente. Piensa esto, si el 68 afectó a las estructuras políticas del poder, también lo hizo con las estructuraras políticas de la “revolución institucional”, a la URSS, a los países socialistas, a China y a los partidos políticos, por más opositores que fueran, no pudieron resistir la crítica que el 68n les dirigió a ellos también.

Muchas veces se ha dicho que le movimiento del 68 fue un movimiento por la democracia en México, ¿habrá alguna conexión entre ese movimiento y lo que ocupa a la casi totalidad de los políticos en México?

No creo. La palabra democracia se utilizó entonces y se sigue utilizando de manera poco sería. En el 68 se utilizó, pero como eufemismo de término de libertad, democracia en el sentido de debilitar al poder, un poder democrático es un poder debilitado. Pero hay una contradicción básica porque democracia procede del griego, que quiere decir poder del pueblo, pero pueblo por antonomasia es lo que no tiene poder. Con todo, la democracia es una forma particular de ejercicio del poder que se basa en el sufragio y que se constituyó, desde la revolución francesa, en uno de los principios del ejercicio del poder, para pensar en términos del poder revolucionario. El 68 nunca se planteó la democracia como demanda.

La lucha por la democracia es de aquéllos que quiere acceder al poder, en ese sentido el 68 fue un movimiento apolítico, porque a pesar de algunos de nosotros, yo era uno de los que quería hacer un movimiento político, pero fue imposible porque los cientos de miles de muchachos que participaron no querían eso, no querían un movimiento político, querían un movimiento testimonial, de denuncia. No se trataba de absorber a los movimientos de poder, ese “quítate tú para ponerme yo”, no era eso lo que buscábamos. En los momentos de máximo auge del movimiento, hacia finales de agosto del 68, es la manifestación del 27 de ese mes que maraca el apogeo en el poder de convocatoria de los estudiantes. Esa misma noche empieza el aumento de la represión, la entrada del ejército al Zócalo, a la una de la madrugada del 28 de agosto,maraca el inicio de una represión creciente, que va llegar el 2 de octubre pasando por la toma de Ciudad Universitaria y la de Santo Tomás, el 18 de septiembre. En ese momento, entre los dirigentes y la gente más activa discutíamos, “vamos a seguir hasta que el poder doble las manos”. El gobierno podía soltar a los precios políticos, lo hizo más tarde, no le costó mucho, pero en ese momento, hacerlo frente a la movilización, era violar a los más elementales elementos del llamado “principio de autoridad”. En el momento en que el gobierno propone diálogo y nosotros le respondemos con esa magnífica réplica de “diálogo público”, “que sea en el estadio de CU y transmitido por radio y televisión”. En ese momento estamos diciendo: “Señores este movimiento no es político”.

La generación del 68 está en el poder y en la oposición, ¿qué podrías comentar al respecto?

Eso de que está en el pode tendríamos que discutirlo, reflexionar lo qué quiere decir generación. La generación no es simplemente un echo cronológico, no pertenece a determinada generación los que están comprendidos entre determinada edad, la del 68 no es lo que actualmente tenemos entre 40 y 50 años; pertenecer a una generación como la de los existencialistas, quiere decir también pertenecer de determinada manera a esa época precisa, y aunque Salinas o Camacho se inscribieran cronológicamente, y estuvieron en la universidad en el momento del 68, esto no los hace automáticamente miembros de aquella generación. Yo no sé si ellos tuvieron alguna actitud frente al movimiento del 68, no he leído si alguna vez han hablado sobre eso.

La revolución se acabó, las trincheras han desaparecido, han sido llenadas de tierra. Ese enfrentamiento con el poder, fue un momento importante, se acabó y en la desbandada no hay desertores. Frente a la solución colectiva que nosotros planteamos en el 68, ha seguido una verdadera constelación de soluciones individuales los pequeños caminos que cada quien se traza para irla llevando;ha habido los que han elegido participar dentro del gobierno y yo diría que no hay pecado en eso, que nadie puede señalarlo, no somos jueces de nadie, en algunos casos que fueron muy destacados en el 68, y que los son también dentro del gobierno, yo diría que no hay nada antiético ante ello, si que hay algo del orden antiestético.

¿Qué hizo falta hacer en el 68? ¿Estás contento con tu papel jugado?

Más que contento estoy asombrado, yo me reconozco en ese chavo de hace 25 años que hacía todo eso que hacíamos.

Cuando pienso las cosas que hacíamos se me enchina el cuero. ¿Cómo demonios podíamos tener una dosis tan grande de generosidad, de inteligencia y de valor? ¿Cómo muchachos de 20 (yo cumplí 24 en el 68), cómo unos escuincles que sabíamos del mundo lo que sabe del universo una hormiga… no podíamos saber virtualmente… ya no de cómo es la sociedad y de sus mecanismos complejos, de cómo es el hombre, cómo esos chavos, todo aquello? Fue una dosis extraordinaria de valor y generosidad y si hablas de satisfacción, tengo la satisfacción del que ha recorrido una gran aventura, de la que todavía no se sabe el desenlace.

Los mecanismos mentales y espirituales de los 60 y el 68 que se han encontrado no han florecido. ¿De qué otra manera se hubiera se hubiera podido hacer aquello?, se hubiera podido hacer de otra manera, por ejemplo, politizar el movimiento, que hubiera llegado a ser una gran federación de estudiantes, hasta los proyectos más ambiciosos, hasta llevar el movimiento a la toma del poder. En ese gran abanico de posiciones el 68 tampoco es unitario.

No sólo participaban bastantes corrientes de pensamiento, si no que muchos de nosotros brincábamos de una manera aterradora de una posición a otra. Piensa que en ese entonces sí se creía en la revolución, el Che acababa de ser asesinado en Bolivia, pero la posibilidad de transformar a esa América Latina por la vía revolucionaria era absolutamente vigente.

Cualquier cosa que el 68 hubiera echo por ser una cosa distinta le hubiera quitado filo, lo cambia; si tú y yo estamos hablando del 68, 25 años después es porque no se perdió su filo, por su carácter subversivo y éste depende no únicamente de lo que se hizo, si no también de lo que no se hizo. De haberse convertido en un movimiento político, de haberse autodisuelto como lo hizo el movimiento, de manera que imposibilitara su absorción futural al aparato y al sistema ideológico.

Por otro lado, se discutió mucho a partir del 2 de octubre, sobre todo en noviembre por el levantamiento de la huelga, cuando ya no era posible hacer manifestaciones ni brigadas. En ese momento se discutió el levantamiento de la huelga. Fue una discusión agria, difícil, en la que nosotros mismos no teníamos clara la situación, sabiendo que el movimiento no podía seguir, pero que tampoco de movimientos poderosos que se habían convertido en puntales del régimen, entonces el movimiento estudiantil decide autodisolverse, sin negociar con el régimen.

¿Tu posición no era la salida política, la negociación?

No yo no fui de los que me opuse a quienes proponían una salida política, y es que todos los que estábamos en el movimiento nos oponíamos. ¿Quiénes ofrecían una salida política? El Partido Comunista decía: “chavos ya párenle, nos va ir como en feria, nos van a madrear en serio, ya dejen de estarle jalando los bigotes al tigre”, y es que no le estábamos jalando los bigotes, le estábamos mordiendo las orejas.

Desde el interior del movimiento les contestábamos: “no se puede”, no podíamos entrar en un proceso de negociación, no podíamos desviar todo éste caudal hacia metas más chiquitas.

No podíamos porque el movimiento no lo permitía, porque se salía de la esencia misma del movimiento, nos decíamos “estamos en la ronda y tenemos que marcar el paso, éste paso”.

Yo quisiera añadir a todas las cosas que ya dije. La sociología no puede predecir a la vida social y esto convierte a la vida social, ala vida colectiva, afortunadamente en una aventura abierta, y esa aventura está abierta. Podemos distinguir corrientes del pensamiento que se inician en el 68, pero no podemos saber a dónde van a dar.

Lo que sí te puedo afirmar es que el ideal de justicia y libertad por los que se inflamaron las ciudades del mundo en el 68 es un ideal vigente; un ideal que no fue corrompido; un ideal que no ha sido resuelto, y que todo lo que se reclamó en el 68 es vigente y que ese ideal volverá a surgir, volverá a estar en los labios de los jóvenes. No sé cuando, pero volverá, porque es un sueño pendiente y es en la historia de la represión y de la barbarie por parte del régimen también-y nosotros tenemos que inscribirlo- en las historias de la alegría colectiva, de la pasión colectiva, en contra de esas visiones necrofílicas, porque el 68 fue ante todo una fiesta de la libertad. La herencia de 68 pasa pasa por hacerles entender a los jóvenes de hoy que si no hacen un 68, ellos se lo pierde, son ellos los que renuncian esa fiesta incomparable.

También te puede interesar