jueves 18 abril 2024

Periscope

por Roberto Alarcon Garcia

Hace ya algunos años fui burócrata y se me encomendó la Dirección General de Bosques Urbanos de la Secretaría del Medio Ambiente. Tenía una oficina en la primera sección del Bosque de Chapultepec y entre mis tareas se encontraba la de rescatar ese noble espacio que era un verdadero muladar. En esas estaba yo, sentado sin hacerle daño a nadie cuando mi sobreordinada la doctora Claudia Sheinmaum me convocó a una reunión con los señores delegados Joel Ortega y Arne aus den Ruthen, ¿para qué? No tenía la menor idea pero tuve una intuición cuando entraron, muy serios y de corbatita, a pedir que hiciéramos favor de devolverles la administración del Bosque de Aragón y de Chapultepec que Cuauhtémoc Cárdenas había centralizado en la Secretaría. Se argumentó de ida y vuelta que si era un atropello, que si los bosques citados no eran parquecitos de barrio, y ahí nos hubiéramos quedado si no hubieran ocurrido dos cosas: el delegado Ortega no insistió, dado que (supongo) era perredista y no quería patear el corral, y el delegado aus den Ruthen entabló una cosa que en ese momento de mi vida conocí que se llamaba y se llama “controversia constitucional”. Supongo que sus abogados eran normalistas porque se les fueron las fechas y ni siquiera se discutió el fondo del asunto. Ahí nos quedamos, él enojado y nosotros tratando de hacer la chamba. La impresión que me dio es que era un tipo sobrado y medio mamón.


Han pasado los años y con el advenimiento de Twitter me lo volví a encontrar, mi impresión cambió drásticamente; Arne me parece un tipo con un muy ácido sentido del humor y la capacidad de decir frontalmente las cosas, de hecho me simpatiza bastante. Su campaña me pareció fresca y novedosa y fui testigo de cómo debatió en buena lid con el resto de los aspirantes. Supongo que esta buena gestión de campaña le valió el cargo de “City manager” que no sé qué madres es, pero intuyo que consiste en administrar los servicios públicos de la delegación.


Bien, ya todos sabemos que a este buen hombre se le ocurrió una idea muy reveladora, salir a la calle y filmar a través de otra madre, que tampoco sé qué es, las conductas inciviles de los ciudadanos…y se armó el debate. Los que se oponen, argumentan (en algunos casos fundadamente) que se pierde el derecho a la privacidad y que una vez que hicieron su numerito quedan marcados en una suerte de excomunión social. Discrepo profundamente ya que lo que hace Arne no es en la cocina o en una recámara sino en espacios públicos que nos corresponde cuidar a todos.


La gente en esta ciudad está cortada con la tijera de la gandallez y aventuro que estas conductas se deben en gran parte a la impunidad que da el saber que no hay consecuencias. Si, por ejemplo, la vieja loca que tiró la basura y fue periscopeada en lugar de armar el mitote que armó, hubiera accedido a levantar lo que tiró, el asunto no hubiera pasado a mayores ni hubiera alcanzado la naturaleza viral que adquirió. Los casos que son escandalosos son los que han llamado la atención y ello se debe a que la gente hallada en falta, en lugar de reconocerla se pone como energúmeno amenaza y arguye idioteces como que paga sus impuestos o que el gobierno es corrupto (que lo es, pero no es argumento).


Son tiempos del “Gran Hermano”, por supuesto yo mismo he cuestionado los excesos de filmarlo todo o estar como idiotas sacándose fotos para compartirlas con la humanidad, pero si un punto abona esta vigilancia a que los ciudadanos regulen sus conductas, pues bienvenido. Por supuesto no creo que la gente cambie, sin embargo el Periscope no es una herramienta didáctica sino de disuasión. Por lo pronto estaré esperando el siguiente episodio donde un señor pida un palo, una señorita ebria le miente la madre o lo regañe su jefa por su frenesí justiciero. Para Arne van mis saludos, es un gusto saber que mi opinión anterior estaba cargada de prejuicios y los prejuicios hay que ajustarlos.

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